No comparto la idea de que no se puede nombrar a alguien cercano a ti o a tus colaboradores para el desempeño de un cargo. De hecho, todos (al menos, los que nos hemos enfrentado al mercado laboral) sabemos que las cuestiones subjetivas son muy importantes a la hora de conseguir un empleo: Tienes que ser muy bueno para que alguien que no te soporta te ofrezca un empleo; y si eres muy bueno, tendrás ofertas del mismo nivel de personas con las que, al menos, no te lleves mal.
Entiendo que los nombramientos políticos tienen que funcionar de un modo similar: No tiene sentido pedirle, por ejemplo, al presidente del gobierno, que nombre para ocupar los distintos cargos a gente que no es “de su cuerda”, bien política, bien interna.
No comparto, pues, la polémica por el nombramiento de Sofía Puente para el cargo de secretaria general de innovación y calidad del servicio público de justicia: Que sea la hermana del actual ministro de transportes no tiene tanta importancia como se le ha querido dar, sobre todo si tenemos en cuenta que ya ocupaba un alto cargo en Justicia con Pilar Llop.
Para mi lo importante sobre este asunto son dos cosas:
Primero, que los mismos que se quejan de la polémica sobre el nombramiento de una hermana del ex alcalde de Valladolid para un cargo en un ministerio son los que llevan lustros cargando contra Núñez Feijoo porque la hermana trabajaba en una multinacional que contrataba con las administraciones, (Xunta incluida). Es decir: La hipocresía y doble moral, tan habitual en el discurso socialista, en el que miran el quién y no el qué.
Y, en segundo lugar, su desempeño en el cargo: Yo prefiero a la hermana del señor ministro en un alto cargo, si es competente, que a un perfil anónimo que demuestre ser un inútil al frente de una secretaría general.
Y, hablando del desempeño de un alto cargo, me viene a la memoria cuando Pedro Sánchez nombró a su amigo Juan Manuel Serrano presidente de Correos, una empresa pública con más de 50.000 empleados y un cargo con un sueldo en torno a los 200.000 euros anuales.
Desde 2018, el señor Serrano ha acumulado polémicas y déficits de gestión, ha sido criticado unánimemente por los sindicatos y las pérdidas de la empresa son millonarias: En el año 2022, 217 millones de euros de pérdidas, más del doble que en el 2021, (aunque no tanto como los 264 millones de pérdidas de 2020), y todo ello en un contexto de auténtico boom de la paquetería y partiendo de una posición de preeminencia en el mercado.
Y si hasta aquí ya podíamos tener motivos más que sobrados para hablar de la incompetencia del amigo de Pedro Sánchez para el cargo de presidente de Correos, permítanme añadir que Correos tiene subcontratado el servicio de limpieza a una empresa que lleva meses sin abonar los sueldos de sus empleados, (ante el abandono de sindicatos y administraciones), y don Juan Manuel Serrano no se ha puesto manos a la obra de solucionar, al menos, esto.
Don Juan Manuel Serrano es, pues, un magnífico ejemplo que ilustra lo que representa la gestión socialista: Pérdidas en lo económico y desastre en lo social.