Según algunas opiniones, es significativo que la exposición de motivos con la que se pretende justificar la idoneidad del proyecto de ley de amnistía presentado, en solitario, por el PSOE el 13 de noviembre y su adecuación al ordenamiento jurídico sea más extenso que el articulado de la propia ley, aunque, a mi juicio, lo verdaderamente significativo es el contenido mismo de dicha exposición de motivos, que contiene justificaciones tan curiosas como una amnistía en Portugal… pero “olvidando” comentar que, entre los delitos que no pueden verse amnistiados por dicha decisión del legislativo luso están, entre otros, “corrupción” o “delitos contra la soberanía nacional y la realización del estado de derecho”, justamente los que si recoge este proyecto de ley en España.
Y resulta curioso que haya que modificar el artículo 130 del Código Penal (de 1995) para que vaya en la misma línea que la Ley de Enjuiciamiento Criminal (del año 1882) y que ello se presente como muestra del encaje constitucional de la amnistía, como son curiosas otras muchas cuestiones, tanto de la exposición de motivos como del articulado de la ley en sí.
Sin embargo, esta ley, salvo sorpresa mayúscula, será aprobada antes o después y la investidura del presidente del gobierno es ya un hecho por lo que la pregunta es qué va a suceder ahora, tanto en el ámbito político como, sobre todo, en el ámbito mediático.
Comparto plenamente la opinión de quienes consideran que el actual momento de la sociedad española está caracterizado por la división, la tensión y la crispación: El pretendido afán de “calmar Cataluña” parece haber sido satisfecho a costa de enervar a miles de ciudadanos de toda la nación. Y también comparto la opinión de que resultaría positivo rebajar el tono y la crispación desde los ámbitos político y mediático.
Pero mientras el PSOE siga obcecado en generar tensión y buscar confrontación con el partido más votado por los españoles, a través de las declaraciones de sus altos cargos, o mientras sus socios continúen con discursos y acciones que resultan claramente contrarios a la convivencia entre los españoles (homenajes a terroristas de izquierdas, amenazas de volver a convocar las asonadas independentistas en Cataluña…), no parece que sea posible llegar a un clima de entendimiento y respeto mutuos: Por veces que todos hayamos escuchado que “Dos no pelean si uno no quiere”, lo cierto es que, si uno quiere pelear, el otro puede optar por pelear o dejar que lo humillen.
El retorno a España del que hubiera debido ser juzgado, ahora convertido en un héroe, y la parafernalia mediática que lo acompañará, provocará una mayor sensación de humillación y, con ello, un aumento del número de españoles que empiece a reconocer que les gusta la fruta.