Cuando hablamos de economía, a día de hoy, hay muchísima gente que sigue sin entender que sin un buen equilibrio económico es complicado vivir el día a día. Pero si ya lo enfocamos a nivel de un aficionado al fútbol es mucho más complejo, porque lo único que quieren es que su club les fiche los mejores jugadores y no les preocupa nada si hay beneficios o pérdidas al finalizar una temporada.
Lejos ha quedado ese juego romántico que empezó el 24 de octubre de 1857, fecha en la que se fundó el Sheffield Football Club, el club de fútbol más antiguo del mundo. Los jugadores en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del siglo XX jugaban en el equipo que querían y lo hacían sin cobrar nada.
En 1901 llegó el profesionalismo en Inglaterra, pero tardó muchos años en llegar a España. Hasta el 29 de junio de 1926, en una asamblea de la Federación Española de Fútbol, no se llegó a un acuerdo del profesionalismo de los jugadores. Hasta entonces los jugadores pagaban un duro semanal para poder jugar y, desde ese momento, iban a cobrar un sueldo mínimo de 25 pesetas semanales, siendo el sueldo máximo de 200 pesetas. Empezaba el derecho de retención de los jugadores amateurs que querían convertirse en profesionales, no pudiendo abandonar el equipo cuando uno desease irse a otro.
Los clubes se dieron cuenta que la única manera de poder sobrevivir era hacer una economía doméstica con un presupuesto e intentar cumplirlo para no perder dinero. Solamente tenían los ingresos de las cuotas de sus socios y de la venta de entradas. No había nada más. Era impensable en esa época que 60 años más tarde los clubes iban a empezar a tener ingresos extras por la publicidad en los estadios y las camisetas.
Cuando Santiago Bernabéu llegó a la presidencia del Real Madrid, el 15 de septiembre de 1943, en la primera reunión con su junta directiva les dijo que necesitaban un campo mayor y lo iban a hacer. El viejo Chamartín tenía un aforo de 24.500 espectadores y sabía que cuanta más capacidad tuviese el estadio, mayores serían los ingresos. Construyó el que era en su día el mayor estadio de Europa con un aforo de 125.000 espectadores. Así pudo crear una plantilla que consiguió ganar las primeras cinco Copas de Europa.
El Barcelona decidió seguir los pasos de Bernabéu y en 1957 construyó el Camp Nou, con un aforo inicial de 90.000 espectadores. Así los dos clubes más grandes de España empezaron una encarnizada lucha por ver quién podía dominar el fútbol nacional e internacional.
Pero como en la vida, desde la llegada del euro, todo se disparó y los precios subieron. Es cierto, que los ingresos en el mundo del fútbol también se incrementaron, pero los gastos fueron ascendiendo a un ritmo vertiginoso. Los dos clubes ganaban mucho con los derechos de la televisión y de las diferentes marcas publicitarias, pero el gran problema era un descomunal incremento de las fichas de los jugadores. A los cuáles los clubes ya no solamente les pagaban sus fichas, sino que también les pagaban sus correspondientes impuestos a Hacienda. Se estaba viviendo casi al límite. Más de la mitad de los ingresos se los llevaban los jugadores y algo inesperado podría ser catastrófico.
Y llegó con la pandemia por el Covid-19, cuando durante un año y medio se cerraron los estadios y los ingresos cayeron en picado.
Hubo dos maneras de afrontar la situación. Mientras que Florentino Pérez intentó minimizar los daños para salvar las cuentas del Real Madrid, en el Barcelona seguían viviendo como si no hubiese un mañana.
Así, el 8 de abril de 2020, el Real Madrid llegó a un acuerdo con los jugadores y los técnicos de las primeras plantillas de fútbol y baloncesto, acordando rebajar voluntariamente su retribución para ese año entre el 10% y el 20%, en función de las circunstancias que pudiesen afectar al cierre de la temporada deportiva 2019/20.
También traspasó jugadores importantes para que al finalizar la temporada las cuentas cuadrasen y hubiese un superávit de 313.000 euros. Sirva de ejemplo que en la temporada anterior habían tenido un superávit de 38 millones de euros. Mientras que el Barcelona anunció unas pérdidas de 97 millones de euros y una deuda de 820 millones de euros.
Un año más tarde su deuda total ascendía a 1.150 millones de euros y al final de la temporada 2021/2022 se aproximaba a los 1.500 millones de euros. Estaban en una situación alarmante, al borde de la quiebra. Su deuda a junio de 2014 era solamente 298 millones de euros.
Para poder comparar la gestión económica de los dos clubes, el Real Madrid tenía un saldo de tesorería, a 30 de junio de 2022, de 425 millones de euros.
Florentino Pérez decidió imitar a Santiago Bernabéu y hacer del estadio su fuente de ingresos. Creía que no se podía seguir generando ingresos solamente los 35 o 40 partidos que se jugaban durante una temporada. Y acometió una gran remodelación para hacer del Bernabéu un espacio de entretenimiento los 365 días del año. Con el nuevo modelo de explotación del estadio pensaba ingresar más de 150 millones de euros adicionales por temporada.
En un primer momento firmó una financiación por un importe total de 575 millones de euros, a un plazo de 30 años y un interés fijo de 2,5%. El préstamo incluía 3 años de carencia de amortización del principal, lo que haría que el Club pagaría una cuota anual fija de 29,5 millones de euros, a partir del 30 de julio de 2023 y hasta su vencimiento el 30 de julio de 2049. La financiación había sido estructurada por J. P. Morgan y Bank of America Merrill Lynch con la colaboración de Banco Santander y de Société Générale.
Posteriormente, se decidió la instalación del césped retráctil y consiguió una financiación mucho mejor con un nuevo préstamo por un importe total de 225 millones de euros, a un plazo de 27 años y un interés fijo del 1,53%.
En cambio, el Barcelona hizo todo lo contrario para intentar mejorar sus cuentas. No se le ocurrió algo más desesperado que acometer cuatro palancas para poder cerrar en positivo sus cuentas anuales y poder realizar fichajes durante el verano.
La primera fue conceder a la sociedad inversora estadounidense Sixth Street Partners la explotación del 10% de los derechos televisivos de los próximos 25 años, que le conseguía generar una plusvalía de 267 millones de euros.
La segunda también fue con la misma sociedad, aunque esta vez por la explotación de otro 15% de los derechos televisivos de los próximos 25 años por 400 millones de euros.
La tercera fue vender el 25% de Barça Studios a la empresa Socios.com a razón de 100 millones de euros.
Y la última con la venta del 24,5% de Barça Studios a Orpheus Media, empresa administrada por Jaume Roures, por un valor de 100 millones de euros.
A corto plazo suponía poder sobrevivir en busca de nuevos ingresos, pero a largo plazo podría suponer un agujero enorme en su precaria situación económica. El Barcelona estaba ingresando en la actualidad unos 160 millones por los derechos televisivos de la liga, lo que supondría perder unos 40 millones anuales y 1.000 a lo largo de esos 25 años. Además, iban a dejar de ingresar para siempre de los beneficios del 49,5% de los nuevos negocios digitales.
Con una deuda que les ahogaba, decidieron acometer la reforma del estadio y lograron una financiación para las obras del Espai Barça con Goldman Sachs y JP Morgan, por un total de 1.500 millones de euros a un interés medio del 5,5 %. Los primeros 500 millones tendrán que devolverse en cinco años a un 6% de interés. Otros 500 millones serán a medio plazo con un interés del 5%. Y los últimos 500 millones serán a largo plazo con un 5,5% de interés.
Sus ingresos serán cada vez menores, y además jugarán en el estadio olímpico Lluís Companys durante la temporada 2023/24 al no poder hacerlo en su propio estadio debido a las obras. Se irán a un estadio con capacidad para unos 56.000 espectadores, muy lejos de los 99.000 del Camp Nou, teniendo que pagar entre 15 y 20 millones de euros de alquiler. Además, de ese gasto habrá que incluir la pérdida de venta de entradas o de los abonos, puesto que en ese estadio no caben todos sus socios.
En definitiva, mientras el Real Madrid estaba en una buena situación económica, y tenía estipulado un incremento muy significativo de sus ingresos, el Barcelona iba a tener que sobrevivir con una merma de ingresos, de aproximadamente unos 150 millones anuales.
Como decía al principio, a los aficionados todas estas cosas no les importa nada. Eso sí exigirán tener los mejores jugadores y difícilmente en los próximos años el Barcelona podrá acometer un fichaje de un crack. Pero eso mismo se lo estamos pidiendo a Florentino desde la salida de Cristiano Ronaldo y siguen sin acometerlo. Esperamos que con los nuevos ingresos del estadio podamos ver la llegada de nuevos cracks a nuestro equipo.