Los autónomos caen: un grave problema para la economía

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Hasta ahora, más o menos, se ha podido maquillar la situación económica, datos de desempleo con criterios diferentes, inflación en ciclo diferente al de la Unión Europea y PIB en “crecimiento” o más bien todavía en recuperación.

Sin embargo, ya empiezan a asomar datos muy preocupantes, datos que nos sitúan en situaciones que ya vivimos apenas hace 12 años, el tejido empresarial, el músculo de la generación de riqueza, se pierde.

Esto ya paso en el 2012 y todos sabemos lo que vino después, la diferencia, que esta vez parece que viene más fuerte, que nos pilla peor y que, además para desgracia de todos, estamos en año electoral.

Los datos de número de autónomos del 2022 nos lo dejan claro, 111.200 autónomos menos y bajando, enero del 2023, lejos de mejorar, ya en un solo mes, nos da una nueva caída de 20.000 autónomos más.

En un país con más del 96% de su tejido empresarial formada por PYMES y autónomos, rápidamente empezará a trasladar a la economía real esta debacle de autónomos.

Por otro lado, las PYMES, en este caso las sociedades también baten record de disoluciones en 2022, con un 10% más que en 2021, hablamos de 26.207 empresas que ya han dejado de existir.

A los datos de PYMES debemos añadir el dato de empresas “zombi” que se mantienen de alta pero que realmente no tienen ninguna actividad ni ninguna posibilidad de generar riqueza, hablamos de más de 47.000 y con un incremento en el 2022 de más de un 15%.

Como influye la caída del número de autónomos en la economía real

Cuando una economía se permite el lujo de perder músculo productivo y para compensar, o para maquillar, o para llegar a las elecciones, se aumenta el musculo no productivo, empleo público, nos adentramos en un círculo perverso del que nos costará mucho salir.

Y es que, si cada vez hay menos sector privado generando riqueza, y más sector público, pagado con los impuestos del sector productivo, el gobernante solo contempla dos opciones para mantener este desequilibrio, y ninguna es buena.

La primera opción SUBIR IMPUESTOS

Esto es algo que ya está sucediendo, se aumenta la presión fiscal, se reduce nuestra competitividad fiscal y, consecuentemente, se reduce la generación de riqueza.

El Informe sobre competitividad fiscal 2022 publicado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) sitúa a España en la posición 34 de los 38 países analizados de acuerdo con el índice de competitividad fiscal.

Pero además, aunque ya sabemos que nuestra presión fiscal supera el 42% del PIB en el 2022 y este dato está por encima de la media de la Unión Europea, ya podemos proyectar una presión fiscal todavía superior en el 2023 que llegarás hasta el 42,3%.

También es importante saber, qué por las peculiaridades de nuestro sistema tributario, el porcentaje de los ingresos públicos que aportan las empresas respecto al total es del 32,5%, sin embargo, la media de la Eurozona es del 23,9%.

Así pues, la presión fiscal empresarial es del 10,8% del PIB frente al 10,2% del promedio de la UE.

En conclusión, la subida de impuestos ya no es absorbible, se transformará directamente, como ya está sucediendo, en destrucción del tejido empresarial.

La segunda opción, ENDEUDARSE

También lo estamos viviendo ya, con recaudación récord en el 2022, también contamos con un endeudamiento histórico.

Aún con una recaudación única en la historia no es posible atender todas las obligaciones de la administración y se genera nueva deuda, superando en noviembre de 2022 los 1,5 billones.

Problema, con tipos al alza, cada vez tendremos que dedicar más presupuesto al pago de la deuda, una partida que ya ocupa la tercera posición en el presupuesto, reduciendo así, cada vez más, los recursos disponibles para invertir en la generación de riqueza.

Además, debemos recordar que la deuda, no es más que un impuesto diferido, algo que tendremos que pagar dentro de un tiempo, y poco a poco, va restando competitividad, a la economía actual, pero también a la economía futura.

En conclusión, aumentar la deuda es reducir la capacidad del estado para invertir, para intentar crear las circunstancias adecuadas para la generación de riqueza.

Así pues, la destrucción de tejido empresarial nos sumerge cada vez más en el círculo perverso económico, menos generación de riqueza, menos creación de empleo, menos contribuyentes productivos, menos recaudación, más gasto público…

Y volvemos a girar, para compensar, más impuestos a los que quedan, más deuda, mas destrucción del tejido empresarial, más reducción de los contribuyentes productivos.

La destrucción de autónomos y PYMES es un síntoma claro, la destrucción de empleo que, aunque maquillada también está ya aquí, será el siguiente dato que nos marque la gravedad de esta crisis.

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