Teoría del Estado

El Estado: desde el Tratado de Westfalia hasta su debilitamiento internacional

El origen del Estado se inicia como una posible solución para los conflictos sociales

El Estado: desde el Tratado de Westfalia hasta su debilitamiento internacional

El origen del Estado se inicia como una posible solución para los conflictos sociales- los grupos sociales crean una estructura que les acepta con total condición el propio sostenimiento de situaciones completamente adversas dentro de una sociedad-. Por lo tanto, para que podamos desarrollar un propio Estado, en primer lugar, debemos saber cuáles son los principales problemas que tenemos que resolver, y concretar en detalle también cuales se demandan dentro del conjunto de la nueva sociedad. En este caso se tuvieron que dar diferentes momentos a lo largo de la historia para poder comenzar a hablar del concepto de estado. Con el paso del tiempo y la aparición de distintas civilizaciones se va a establecer la aparición de un nuevo concepto como es el de relaciones de poder-relaciones que van a ser de tipo social, económicas, dentro de las cuales destacamos el desarrollo de la agricultura, por ejemplo-.

En este caso, se convierte en un proceso de estratificación social, es decir, cuantas más tierras tengas mejor posición ocupabas. Entonces la fijación de tenencia de ciertas tierras de un territorio-las relaciones económicas, las relaciones de intercambio y las necesidades centralizaron la autoridad para el control-, de los cuales determinamos con claridad los factores más destacados: en un primer término la tenencia de tierras, segundo el intercambio comercial y por otro lado centralizar el poder. Este tipo de factores hicieron surgir una serie de estados, de los cuales destacamos a dos concretamente: las polis griegas y los grandes imperios- imperios romanos de Oriente y de Occidente-.

Al hablar de los Estados como nosotros realmente lo entendemos- como esa institución o estructura que se transmite por una serie de normas y reglas que determinan una comunidad-, nos situamos en el siglo XII y el siglo XIV en Europa Occidental, concretamente en el feudalismo. Sistemas de poder, no solamente relaciones militares, sino de relaciones entre el señor y su vasallo, fijándose un alto nivel de lealtad e identidad dentro de lo que eran las ciudades-estado. Este sistema se basaba en la jerarquía social en el que va a ser el encargado con el avance de los acontecimientos de sentar las bases para el posterior desarrollo del surgimiento de los Estados modernos. En el siglo XIV con la decadencia del feudalismo van a aparecer en la historia un nuevo concepto “soberanía”.

Con este término, se explica la idea de concentración del poder configurada en una sola persona- en la figura del rey o el denominado monarca-. El Estado logra constituirse por completo cuando se inicia el proceso de expropiación de los medios de coacción de la propia administración que se encontraban bajo el control de otras diferentes asociaciones políticas- por ejemplo, el señor feudal, las ordenes religiosas-. El poder se va a decaer en el feudalismo, concretamente en cada feudo, pero se vuelve a concentrar en una única persona. Para ello podemos hacer mención a la idea que nos trasmite Max Weber “El desarrollo del Estado Moderno se inicia por doquiera a partir del momento en que se empieza a expropiar por parte del príncipe a aquellos poseedores en propiedad de medios de administración, de guerra, de finanzas, y de bienes políticamente utilizables de toda clase.”

Con el origen del Estado Moderno nace el denominado Estado absolutista. Nos ubicamos en el siglo XVI y siglo XVII, en la cual la monarquía absoluta se convierte en el tipo de gobierno predominante en Europa Occidental. En este caso, se lleva a la autodestrucción de las formas de organización política como eran en este caso el feudalismo. Dentro de este concepto existen una serie de características: legitimación del poder del monarca bajo la idea del origen divino, concentración del poder en el monarca, el monarca solo responde sobre sus actos a Dios, se introduce la política económica mercantilista, los intendants en Francia- representantes del rey en las diferentes provincias de la nación,  poderosos ejércitos y flotas mercantes- para extender sus dominios a través de las guerras de conquista-, siguen existiendo los estamentos- nobleza, clero, burguesía- el rey los utilizaba como fuente de financiamiento- y campesinado-.

Para abarcar en más detalle sobre el propio origen del estado y su decadencia en el sistema internacional europeo, explicaremos en el siguiente apartado del acercamiento general del tema, en el que se constata que el propio origen del estado a nivel internacional se constituye con el Tratado de Westfalia. Todo lo explicado con anterioridad, es una exposición argumentativa sobre el origen del Estado en sus inicios para introducirnos en materia, a través del proceso de investigación que hemos utilizado. Con respecto a los a nuestro plan de trabajo que vamos a abordar son los siguientes: 1) explicaremos en detalle cuales han sido los antecedentes del origen del Estado y su evolución; 2) abordaremos la definición del Estado y los distintos mecanismos que han desarrollado su proceso como su debilitamiento; 3) la creación de nuevos actores internacionales: como por ejemplo las empresas transnacionales que en este caso compiten con los estados; 4) y por último, profundizamos sobre las conclusiones que nosotros creemos que son los aspectos más destacados sobre el propio origen del Estado.

Por otro lado, haremos referencia a las hipótesis de nuestro trabajo, aquellas que realmente se van a centrar en el procedimiento expuesto. En primer lugar, explicaremos cuales son los objetivos generales y los objetivos específicos de nuestro modelo. Con respecto al objetivo general: 1) estudiar el origen del Estado y su decadencia en el sistema internacional europeo; y con respecto a los objetivos específicos: a)  investigar cuales son los antecedentes que realmente determinan dicho origen; b) confirmar cual ha sido la causa principal para que se produjera el debilitamiento por parte de un Estado; c) estudiar que tipo de poder corresponde a cada uno de los Estados; d) investigar que tipo de mecanismos se utilizan para el desarrollo de conflictos internacionales.

A modo de finalización, presentamos nuestras hipótesis sobre nuestro caso de estudio:

1º El Tratado de Westfalia constituye principalmente la base del origen del concepto de Estado.

2º Con el aumento de la importancia de la sociedad civil, la aparición de los ejércitos y el surgimiento del concepto de la soberanía de los estados explica con determinación el propio debilitamiento del Estado en la esfera internacional.

3º Para que la organización y la estabilidad por parte de los Estados de diferentes territorios actuara de manera favorable, se ha encontrado un método denominado consenso que facilita en determinadas áreas la toma de decisiones sobre cualquier asunto internacional.

Hasta ahora hemos visto dónde podemos situar el origen del Estado, y del sistema de Estados internacional, que constituiría la base para su evolución hasta el Estado contemporáneo. Pero, ¿qué es realmente el Estado?

 

La respuesta que muchos autores, enmarcados sobre todo en el ámbito académico libertario, es corta y sencilla: una gran ficción. Es evidente que ese ser inexistente, pero al que cada día le pedimos seguridad, bienestar, educación, salud, energía…, esconde lo que en jerga económica se denominan costes de oportunidad: el Estado no puede ‘regalar’ satisfacción sin que previamente aumente el trabajo de los otros. Por ello no debemos escatimar a la hora de afirmar que el objetivo que todo fervoroso estatista persigue es el vivir a expensar del resto de personas. Es más, tras el concepto Estado se desarrolla la gran quimera de lo público: cuántas veces hemos escuchado que bajo el mal llamado ‘Estado del Bienestar’ la educación, la sanidad y un largo etcétera son ‘gratuítos’. Y es esta, quizás, una de las mayores falacias jamás contadas a la gran masa de la mayormente acrítica población. No solo sin lo privado no existe lo público, sino que lo público viene dado por un inmoral expolio de lo privado vía impuestos. Los impuestos son el gran invento que los monarcas y gobernantes de forma histórica han usado para robarle las propiedades privadas a la mansa ciudadanía y usarlo o en su beneficio o, de forma más reciente, para su rédito electoral. Siguiendo la tradición de la Ciencia Política, podemos introducir la típica definición de Estado que no por mucho repetirla pierde su terrorífico sentido: el monopolio legítimo de la fuerza.

El Estado desde su origen se ha ido identificando con la sociedad: se considera que está regido por la voluntad del Hombre, se le brinda la facultad de dictar Derecho o de solventar conflictos, o, en el último extremo, se le confunde con el Gobierno. Y debemos precisamente recalcar en esto último: el Estado y el Gobierno no son lo mismo. Desde un plano teórico podemos decir que el Gobierno es un instrumento que está al servicio del Estado que, en último término, llega a absorberlo. Y tal es la absorción que el Estado, instrumentalizado en el Gobierno, se constituye como una estructura opuesta al hecho social libre y funcionalmente diseñado para la dominación. Con tal legitimidad ‘social’ se arroga la capacidad, ya antes enunciada, de expropiar coactiva y violentamente y redistribuir la riqueza privada. Y hasta que no entendamos que no hay posibilidad de limitar el Estado sino con su destrucción, sí, con su destrucción, como proponen algunos autores anarcocapitalistas, la continuidad del Estado y su tendencia a dominar todo el espacio de la esfera política, social y económica disponible no cesará jamás. Y proporcionalmente aumentará la tiranía de la mayoría que la democracia, su mayor sostén, perpetra contra la libertad individual.

Otro de los aspectos a destacar del Estado, como ya hemos introducido, es el arrogarse la capacidad de dotar de bienestar a la sociedad. Aunque en el próximo apartado profundizaremos en esto, ahora cabe destacar que tanto es así que el Estado ya posee un adjetivo calificativo que prácticamente le es propio: “del Bienestar”. Actuando como si hubiera unos intereses comunes e iguales y, por extensión, un bienestar que de forma exactamente igual comparten todos los integrantes de una sociedad, el Estado -dicen- tiene la capacidad de brindarlo. Pero esto evidentemente no es más, como decíamos, que una gran ficción. Ojalá hubiera unos intereses exactamente iguales y un bienestar común a todos, pero no lo hay. Lo que para mí puede ser un interés, para otro un verdadero problema. Y si el ‘Estado del Bienestar’ se asienta sobre una premisa falsa, la inexistencia de un bienestar común, tener como objetivo alcanzarlo es simple y llanamente un absurdo que, aún por encima, se financia de forma coactiva y violenta con nuestras propiedades privadas.

Decíamos que el ficticio Estado se instrumentaliza en los Gobernantes y, por añadidura, en la élite de funcionarios que trabajan para, repitámoslo una vez más, un ser inexistente e inmaterial. Nadie puede ir a cenar o a desayunar con el ‘Estado Español’. Suena absurdo, lo sé. Pero más absurdo es trabajar para una quimera y ser pagado con un dinero robado de forma coactiva a la población vía impuestos, como hacen los gobernantes y su brazo ejecutor: la élite funcionarial. Y no contentos con esto, además, se ha extendido la “arrogancia fatal”, haciendo referencia al libro de Hayek, de creer que el poder siempre hace lo correcto; de entender, por tanto, que la legitimación de los gobernantes procede de que una mayoría ha permitido que se convirtieran en tales. La planificación central estatal yerra por muchos motivos aunque los dos que enunciaré ya deberían ser más que suficientes para desterrar la idea de que el Gobierno puede aportarnos el bienestar común. En primer lugar yerra porque los gobernantes se encuentran aislados de la sociedad (viven recluidos en sus despachos y palacios), y su comportamiento (al no estar sometido a la competencia) tiende a ser irresponsable. En segundo yerra porque el conocimiento empresarial generado por los humanos al actuar no puede ni formalizarse ni explicarse, por lo que se convierte en tácito. En consecuencia, el Estado no goza de los datos precisos para planificar la vida social y económica de forma correcta. Los seres humanos no pueden transmitir sus acciones futuras al Gobierno, por lo que toda información que este obtenga será pasada, imposibilitando tajantemente una adecuada planificación.

Todo lo anteriormente expuesto seguramente sonará excéntrico en contenido y forma a los acostumbrados lectores a leer Teoría del Estado y no tanto filosofía política y menos perteneciente a la tan históricamente estigmatizada corriente libertaria -y mal entendida-. Si nos focalizamos ahora en la Teoría del Estado e introducimos, además, el enfoque de lo internacional cabe repetir la tan recurrente definición de Estado moderno, esto es, aquella “realidad” constitutiva de tres elementos básicos y clave: territorio, población y Gobierno. Además, cabe destacar que “el estado se diferencia de cualquier otra entidad territorial porque goza de un status legal único, goza de soberanía; lo que diferencia al estado de cualquier otro actor y lo que iguala a los estados entre sí”[1]. Y, además, en él  “el poder político se manifiesta a través de una serie de normas y de actos normativamente regulados, en tanto que la población y el territorio constituyen los ámbitos personal y espacial de validez del orden jurídico”[2].

Decíamos que uno de los elementos constitutivos básicos de los Estados modernos es el territorio. La territorialidad del Estado hace referencia al medio físico, esto es, la porción geográfica en la que se desarrollada la vida de los ciudadanos y, por ende, en donde se asienta la población. La mayoría de los Estados impiden la indivisibilidad de su unidad territorial, impiden, por tanto, la secesión de una parte de la población con respecto a otra. De hecho muchas disputas territoriales provienen precisamente de este impedimento, veamos por ejemplo el cercano caso español. Si bien es cierto que, tal y como decíamos anteriormente, en la mayoría de los casos el factor que desencadena los conflictos territoriales es un sentimiento nacionalista que poco tiene que ver con el Estado per sé. Recordemos la distinción que nada más comenzar el trabajo hacíamos entre Estado y nación. Tal y como proponen muchos manuales de Ciencia Política, los elementos que a su vez constituyen el territorio son la unidad jurídica y la unidad física. En cuanto a la jurídica, hace referencia sobre todo a una de las características que distingue al Estado del resto de actores internacionales y nacionales: el monopolio legítimo de la violencia, esto es, del máximo poder de coerción. El Estado ejerce el poder dentro de sus fronteras y exige soberanía más allá de ellas. Y en cuanto a la física, se refiere a la unidad dada por la geografía: el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo, el espacio marítimo y el espacio lacustre. Evidentemente, no todos los países poseen todos y cada uno de los elementos geográficos anteriormente destacados, no todos poseen espacio marítimo o lacustre. El espacio marítimo puede variar según el Estado, estando normalmente situado tal espacio entre las 12 y 200 millas náuticas.

Decíamos también que otro de los elementos constitutivos del Estado es la población. Que como nuestro ávido lector puede intuir se refiere al conjunto de personas que viven en el territorio donde ejerce su “actuación” el Estado. Asimismo, es necesario hacer la recurrente distinción entre pueblo y ciudadanía: el pueblo es, en efecto, el conjunto de personas que viven en un territorio estatal y que gozan de la ciudadanía sien ésta la relación jurídico-política que mantienen con el Estado.

Y el tercer y muy importante elemento es el Gobierno. Es el encargado de ejercer el poder -que en el siguiente apartado definiremos y trataremos con exhaustividad-, de aunar al conjunto de instituciones que conforman los Poderes del Estado, de velar por que éstos últimos cumplan la voluntad del Gobierno y, en suma, de personificar al ficticio ente estatal, esto es, representa al Estado y los gobernantes poseen la titularidad del coercitivo poder estatal.

El poder de los Estados

Sin lugar a dudas, el poder, y no solo económico, de los Estados es uno de sus características centrales que lo hacen diferenciar claramente del resto de actores nacionales e internacionales.

Hay muchas formas diferentes de definir el concepto poder pero nosotros expondremos la tan recurrida definición de Strange: “la capacidad de una persona o grupo de personas para influir en los resultados, de tal forma que sus preferencias tengan prioridad sobre las preferencias de los demás”[3] . Y precisamente siendo una de las tareas principales del Estado, a través de los gobernantes, la de ordenar e institucionalizar la propia vida en sociedad, el poder político y coercitivo le es indispensable. Pero, además, el Estado también “requiere el ejercicio de un cierto poder económico y de un importante poder cultural, sin cuyo consenso dejaría de poder realizar una parte importante de sus funciones de cara a la sociedad”[4].

Es importante también señalar la tipología de poder que normalmente se suele hacer: soft-power  y poder estructural.

El soft-power (poder débil) es un concepto elaborado por el politólogo Joseph Nye y es definido como “la habilidad de persuadir a otro Estado para que actúe en tu interés por medio de cooperación y atracción, en vez de por medios coactivos”[5]. Así pues, los elementos que conforman tal poder son: la cultura, los valores sociales y las relaciones diplomáticas. Si tuviéramos que elegir un ejemplo de un país que use y haya usado este poder débil, sin ningún tipo de duda sería China. El propio presidente de China, Xi Jinping, llegó a mencionar explícitamente la necesidad de usar el soft-power en las relaciones internacionales cuando aún estaba inmerso en la carrera presidencial del 2011. Otro de los países que destaca por el uso de este poder, incluso desde sus mismos orígenes, es Estados Unidos, pues ha nacido como “como una nación religiosamente tolerante poseía un gran atractivo para todos los millones de inmigrantes que la poblarían”[6].

El otro tipo de poder, el poder estructural, siguiendo la definición del célebre Strange sería aquel que “confiere el poder de decidir cómo deberían hacerse las cosas, el poder de conformar los marcos en los que los Estados se relacionan entre sí, se relacionan con la gente, o con las empresas y corporaciones, [así], el poder relativo de una parte en una relación dada es mayor si también determina las estructuras que enmarcan esa relación”[7]. Así, por tanto, para poder ejercer el poder estructural se necesita “definir de antemano los costes de oportunidad de cada opción y la consiguiente estructura de incentivos y sanciones, así como de asignar funciones y determinar qué conductas son aceptables, y cuáles no, en función de unos valores determinados”[8]. Otra de las cuestiones en las que Strange incide y a nuestro modo de ver nos parece muy razonable es en que la distinción entre poder económico y poder político carece de demasiado sentido porque están íntimamente relacionados y es muy complejo separar uno del otro.

El Estado del Bienestar

Tal y como ya hemos ido avanzando a lo largo del trabajo, el Estado del Bienestar es visto por la mayoría de las personas como una necesidad irrenunciable e intocable. Por Estado del Bienestar la mayoría de las personas entienden el conjunto de servicios tan destacables e importantes como la educación, la sanidad, las pensiones…Y sin ese Estado del Bienestar muchos entienden que esa dotación de servicios sería imposible.

Si contextualizamos el Estado del Bienestar en el espacio y en el tiempo nos deberemos de retrotraer a Europa, concretamente a Alemania, a finales del siglo XIX. Ya alrededor de 1850 con la consolidación de los ya capitalistas países de Europa y en vías de industrialización, comenzaron a aparecer las primeras políticas de talante público para hacer frente a la pobreza que hacía mella en la sociedad y proteger a los trabajadores en el ámbito laboral.

Sin embargo, a lo largo de este trabajos hemos repetido en unas cuantas ocasiones “el mal llamado Estado de Bienestar”. Y, en efecto, aunque muy pocos autores lo hagan, y la mayoría pertenecen a la Escuela Austríaca, nosotros mantendremos una postura crítica con el Estado de Bienestar. El argumentario que muchas personas usan para defender el Estado del Bienestar es que si no fuera porque el Estado provee esos servicios, el mercado o 1) no los proveería o 2) los proveería a precios muy altos. La pregunta que muchos omiten es por qué sí que necesitamos al Estado para proporcionar servicios básicos como la educación, la sanidad… y no para proporcionar servicios también básicos como la alimentación, la ropa, las viviendas y un largo etcétera. Muy pocos son, por ejemplo, los españoles que no pueden adquirir ropa, alimentación, vestimenta o, incluso, bienes más caros como teléfonos móviles o televisores. Es más, podemos adquirir esos bienes de también primera necesidad -como la comida o la ropa- por precios muy asequibles. A saber, la práctica totalidad de los bienes y servicios que se permiten vender y comprar en el libre mercado tienden a estar no solo disponibles sino que accesibles para la mayoría de la población. Entonces, ¿por qué falla el mercado cuando se trata de educación, sanidad, pensiones…? ¿No será realmente que nos han infundido sistemáticamente la falsa idea de que el mercado no puede proporcionar libre y correctamente y a un precio asequible tales servicios?

Una de las principales críticas que se le hace a los que no defendemos un gigantesco Estado “del bienestar” es el no caer en la cuenta de que los precios que, por ejemplo, la sanidad o la educación tendrían en el mercado un precio desorbitado. Y, para consolidar su argumento, nos proponen el ejemplo de la sanidad en EEUU. No vamos a redundar en la ya mil veces repetida contestación: la sanidad en Estados Unidos no está liberalizada. No es un ejemplo de sanidad para los libertarios. Las licencias que el Estado debe otorgar para entrar en el mercado de la sanidad o las ayudas en términos de sanidad que la Administración Obama, entre otras administraciones, han impulsado, hacen imposible entender la Sanidad de EEUU como un ejemplo para los libertarios. En suma, no se permite la libre competencia en EE.UU. en el mercado de la sanidad y, precisamente, es la competencia el punto focal del asunto que tratamos.

La relevancia de la libre competencia radica en la posibilidad de que novedosos modelos empresariales puedan irrumpir en el mercado y desplazar a las empresas ya existentes. Esto hará no solo modificar la estructura de los costes, para ofrecer esos mismos bienes o servicios a precios más bajos, sino que también se permitirá alterar el producto y aumentar su calidad. Y, precisamente, la competencia que haría aumentar en calidad el servicio de la educación o de la sanidad y disminuir su precio -y hacerla asequible al conjunto de la población como la ropa o la alimentación- no se da en tales mercados. Evidentemente, en toda sociedad siempre habrá personas en riesgo de exclusión social que por muy bajo costes que tenga la sanidad o la educación, no podrán asumir tales servicios. Y ahí es donde debería estar el Estado mínimo, esto es, un Estado mucho más reducido que el actual para ayudar exclusivamente a esas personas incapaces de acceder a tales servicios. Y, como dijimos, al igual que ocurre con la ropa o con la alimentación, ese número de personas incapaces de acceder a la sanidad o a la educación privada, en un escenario de total libre competencia, no llegaría ni al 1%.

A posteriori, cabe recordar la mentira más extendida y dicha de los Estados del Bienestar: “la educación o la sanidad es gratuita”. Evidentemente no son servicios gratuitos. Lo pagamos mes tras mes cada uno de los ciudadanos vía impuestos. Y, en efecto, si no tuviéramos que sostener un Estado tan gigantes como, por ejemplo, el español es evidente que los impuestos se tendrían que reducir drásticamente y nos quedaríamos con todo ese dinero que nos pertenece y que el Estado de forma inmoral y coactiva nos extrae. Con ese dinero que nos quedaríamos también se podría pagar muchos de los servicios que, al parecer, sin el Estado sería imposible de proporcionar.

Y todo esto sin contar que, desde el lado de la moralidad y la libertad, no hay mayor, precisamente, libertad que el permitirnos elegir la educación que queremos recibir o dar a nuestros hijos o la sanidad con la calidad que más nos beneficie.

Aparato burocrático

 Aunque en la mayoría de las definiciones del concepto Estado no lo encontramos como un elemento constitutivo básico, lo cierto es que sería prácticamente inviable el ejercer el monopolio legítimo de la fuerza y sostener el cada vez más voluminoso y gigantesco mal llamado “Estado del Bienestar” sin contar con un fuerte y consolidado aparato burocrático. Así pues, creemos que es de gran relevancia el tratar en nuestro trabajo 1) la burocracia y 2) la élite funcionarial. Y para ello introduciremos a autores que quizás no tan conocidos en este ámbito de erudición sí nos han aportado un gran conocimiento sobre la bucracia y élite funcionarial.

Comenzaremos con el célebre Mises que en su Bureaucracy afirma que la administración pública debe ser necesariamente burocrática pues al no regirse por la lógica de las pérdidas y las ganancias, que serviría como indicador para determinar la eficiencia y eficacia de las políticas que ejecuta, no están incentivadas a actuar como las empresas privadas. Es más, lejos de ejercer la habitual crítica que se le hace a la administración pública, que es justamente su gran cantidad de procedimientos, normas y reglas que justamente retrasan la toma de decisiones o su ejecución, Mises manifiesta que esas reglas y conductas sirven para proteger a los ciudadanos de la arbitrariedad de los funcionarios públicos, especialmente de las altas autoridades. Asimismo y en este sentido, Mises reconoce que algunos servicios públicos, como el cuerpo de la Policía, no podrían funcionar de la forma que funcionan si actuaran desde la iniciativa privada y, por tanto, persiguiendo el lucro.

Otro de los aspectos en los que con un gran acierto incide Mises es precisamente que el problema de la burocracia no es la burocracia en sí misma, sino su expansión, esto es, el sometimiento de cada vez más ámbitos de la esfera privada a la lógica de la propia burocracia a consecuencia de que las “zarpas del Estado” cada vez intervienen más en asuntos que no le deberían competer. Y justamente abandonar ese “ánimo de lucro” es sinónimo de eliminar el cálculo económico -al no contar con los precios y su capacidad de aportarnos información- y de no seguir la racional lógica de la satisfacción de necesidades: si carecemos de los precios que nos aportan información relativa a la oferta y demanda que se debe de producir de cada bien -o servicio- nunca podremos llegar a conocer si estamos o no satisfaciendo las necesidades de la población o si, por el contrario, estamos malgastando recursos de los contribuyentes.

En cualquier caso, la idea que implícitamente subyace bajo toda burocracia y expansión de la administración es que el Gobierno sabe qué es lo mejor para los ciudadanos. Sin embargo, las dos principales premisas para que se pudiera pensar que esto es cierto son evidentemente falsas: 1) el Gobierno no puede tener una información perfecta: pues gran parte del conocimiento empresarial es tácito y no es fácilmente transmisible, por lo que el Gobierno no podrá planificar eficazmente al tener solo información pasada y no futura; y 2) El Gobierno tiene por objetivo lograr el bien común: esto es materialmente imposible en el sector público pues al no moverse bajo la lógica del beneficio empresarial y, por ende, al no funcionar el cálculo económico ya antes comentado, no habrá forma de conocer qué gasto público se ha dispuesto para alcanzar ese bienestar común. Y todo ello sin contar que tal “bien común” es ideal y prácticamente imposible de definir: no hay un bien que sea compartido por todos y cada uno de los ciudadanos de un país. Hay múltiples necesidades, valores, prioridades y, en fin, escalas de satisfacciones diferentes para cada individuo.

Otro de los aspectos a tener en cuenta al hablar de burocracia es lo que llamamos la “espiral de la intervención”, esto es, no hay ninguna intervención que afecte al ámbito privado de las personas que no tenga una o varias consecuencias o no previstas o no deseadas en los individuos. Ninguna política pública, máxime si afecta de lleno al entorno privado, es neutra. Y en esto reside la base de tal espiral: una intervención pública generará un efecto o no previsto o no deseado que en la mayoría de los casos resultará en la necesidad de ejecutar otra política pública para solventarlos que, a su vez, volverá a generar otros “daños colaterales” que serán tratados de solventar con otra política pública y así sine die.

Si bien veíamos que para Mises un rasgo relevante de la burocracia son las leyes, para Hayek éstas tienen un sentido diferente: la Ley tiene un carácter evolutivo y consuetudinario, esto es, es producto de la costumbre y del paso de un periodo de tiempo dilatado. Partiendo de esta base, mientras que las Leyes que van evolucionando con el paso del tiempo -que no se crean, sino que se encuentran- permiten preservar la libertad del individuo, las normas desarrolladas por la burocracia tienen el efecto contrario: restringir la esfera privada de libertad del individuo.

Al tratar el tema de la burocracia no podemos olvidarnos de lo que nos explica el sociólogo Robert Michels en su obra Los partidos políticos. En ella se introduce la célebre “Ley de Hierro de la oligarquía”, esto es, que cualquier organización de individuos tenderá a ser dirigida por una élite pequeña. Y precisamente en la burocracia, al haber ausencia de mercado, la selección de esa élite que mandará no se hace mayoritariamente por el mérito sino, más bien, por la antigüedad o experiencia de la persona en la administración. Asimismo, aunque ya lo introdujimos anteriormente, cabe recordar que la administración, al no estar regida por la lógica de mercado, no se puede medir la eficiencia de los funcionarios por lo que se le suponen un sentido de la responsabilidad que, seamos realistas, no se cumple en la totalidad de los casos.

EL DEBILITAMIENTO DEL ESTADO EN LA ESFERA INTERNACIONAL

Aumento de la importancia en la sociedad civil

El Estado -entendido como un ente público u organización política soberana, dotada de un gobierno que ejerce su autoridad sobre un determinado territorio y una población que proporciona en su caso, condiciones demográficas-, permanece constituido como ese componente fundamental dentro del sistema internacional. Con el paso del tiempo- y tras diferentes sucesos históricos-, sufre un importante debilitamiento en el contexto de lo internacional como de manera interna- se desarrollan consecuencias como la interdependencia, la transnacionalización, la globalización y el avance de nuevas fuerzas y actores -, lo que conlleva a deteriorar, el propio concepto de soberanía.

En este aspecto, con el creciente protagonismo que estaba produciendo el surgimiento de nuevos actores internacionales, el Estado, se ve obligado a cumplir con su deber de repartir sus privilegios a la hora de conformar las determinadas estructuras y dinámicas de la propia sociedad internacional. Por lo tanto, al Estado le surge un nuevo problema, por un lado, realmente no sabe si responder con determinación y cumplir con su mandato o, por otro lado, dejarse llevar por las sensaciones que tenga en el momento y organizar territorialmente su propia sociedad internacional- se considera no solo una sociedad de Estado, sino una sociedad transnacional y humana-.

Principalmente la causa de que se haya debilitado el propio Estado en el contexto internacional viene precedida del cambio que se transpone en la lógica con la que el actor-en este caso el Estado-, actúa a nivel internacional. Para ello, se destacan una serie de consecuencias que van a ser claves para explicar este proceso: en primer lugar, la ascendente egolatría de la sociedad civil ya que debilita la propia política exterior que se encuentra más limitada por una serie de intereses que son el principal foco de preocupación para el conjunto de la población- desarrolla una contraposición de la lógica racional de la actuación del Estado-.

Con la aparición de la democracia en la nueva sociedad mundial- en la que por primera vez los ciudadanos y la propia opinión pública aparecen como agentes claves en la designación de los gobernantes de un Estado-, nace un nuevo instrumento de propaganda global “CNN” con el objetivo de colocar a los ciudadanos en el centro del panorama internacional. En este caso podemos hacer mención al autor Rosenau- politólogo estadounidense y estudioso de los asuntos internacionales-, “una revolución en las capacidades de los individuos en todo el mundo, de forma que los seres humanos se han vuelto más competentes a la hora de valorar qué posición adoptan ante las cuestiones internacionales y cómo su actuación puede sumarse a otras para dar lugar a significativos resultados colectivos” (Rosenau 1997: 58-59).

Con la finalización del conflicto de la Guerra Fría- enfrentamiento político, económico, social y militar iniciado tras finalizar la II Guerra Mundial entre el bloque occidental, por un lado, EEUU, y el bloque oriental, por otro lado, la URSS-, se produce una larga transición en el que por un lado las fuentes de autoridad y por otro los criterios de legitimidad por parte de los individuos se han modificado con este contexto de crisis económica e institucional. Tras la propia resolución del conflicto, surgen una serie de consecuencias que podemos destacar: en un primer término, tenemos que los Estados no son capaces realmente de intentar resolver las cuestiones que derivan de la transnacionalización y la globalización y que afectan al conjunto de la población, y en un segundo término, este conflicto bipolar representa la desaparición de archienemigos y con ello la ruptura de las diferentes ideologías tanto políticas como económicas que reforzaban las identidades de los ciudadanos a nivel estatal.

Ejércitos profesionales

Tras este debilitamiento de los Estados que realmente se adentra en la identidad nacional de nuestros ciudadanos- y que han desarrollado a lo largo de los años su especial afiliación con los Estados-, determina consecuencias en el contexto internacional: en primera instancia, que aparezcan los llamados “Ejércitos nacionales”, aquellos que se basan en el servicio militar obligatorio y en el que el proceso de reconversión, le has perjudicado de manera creciente dentro de las Fuerzas Armadas- concretamente en los diferentes territorios democráticos- ; y en segunda instancia los llamados “Ejércitos de carácter profesional” aquellos que se basan en la contratación profesional.

Con el tiempo, los ejércitos profesionales se ocupan principalmente a misiones de carácter pacífico y que garantizan en su normalidad la legalidad internacional. Por lo tanto, destacar que este nuevo papel que quieren llevar a cabo las Fuerzas Armadas habita y representa el propio poder económico, tecnológico y militar. Tras su evolución, se transmutan en agentes con derecho de intervención- casos de genocidio, agresión a un Estado soberano-, que se encuentra bajo un control político por parte de una organización en concreto, es el caso de ONU. Para explicar con detalle lo que ha significado el concepto de los ejércitos profesionales podemos contextualizarlo con un ejemplo a nivel internacional. En este caso, la invasión de Irak representado por una agrupación de potencias aliadas- que de las cuales representaban una imagen hacia otros países del entorno-, realmente proporcionan una mejor perspectiva con el avance en su evolución.

En este sentido, se muestra un hecho importante dentro del contexto internacional, y es que por primera vez surge la duda entre los diferentes sistemas políticos democráticos, si es buena idea o no la incorporación de la población al propio ejército. En países como Inglaterra, Francia, EEUU, se plantean realmente si tiene que existir la relación política con la actividad militar, pero podemos comprobar con total normalidad, que cada vez menos tiene cierta relevancia dentro del propio funcionamiento de cualquier gobierno.

Los ejércitos en el momento de profesionalizarse, dejan de pertenecer a la categoría patriota para mostrarse como una distribución configurada por parte del Estado. Este tipo de mecanismos lo que intentan es conseguir mucho más personal de profesionales procedentes de diferentes clases y en el que además intentan reclutar inmigrantes para representar al nuevo conjunto de la población. En el caso estadounidense, las Fuerzas Armadas empiezan a realizar desarrollo en mantenimiento de los equipos y softwares más avanzados. Por lo tanto, dentro de los entes políticos y económicos, los cuerpos de militares funcionan como mano de obra para intentar producir que la fuerza resuelva con claridad cualquier conflicto de intereses. Por ello, elementos como la bandera y el significado de la patria, pueden ser considerados como elementos publicitarios, que en tal caso tienen cada vez menos repercusión con el avance en el tiempo, y que impiden motivar a los que realmente contribuyen a paralizar todo tipo de guerras que son influidas por parte de la opinión pública en el contexto internacional.

Debilitamiento de la soberanía de los estados (desaparición del mundo interno y externo de los Estados)

La desaparición y separación entre el mundo interno y externo de los Estados en el mundo internacional ha conllevado a que se considere de manera directa una consecuencia fundamental en el propio debilitamiento del Estado. Por lo tanto, para comenzar haremos una breve exposición sobre la especial referencia a lo interno y lo internacional. En este caso, esta distinción se ha tenido en cuenta como el punto de partida para referirse a las fronteras del Estado, al concepto de soberanía y llegados hasta tal punto de las propias competencias que surgen dentro del contexto internacional. Para ello se constata como la base en la que se interpreta la propia naturaleza de las relaciones internacionales, como un mundo distinto, en el que reina el estado de naturaleza y ley del más fuerte, en donde se destacaban dos principios fundamentales: el orden y la paz. Por lo tanto, su razonamiento sobre dicha mención se encuentra atesorado en el principio de no injerencia en los asuntos internos de los Estados- concretamente art. 2.7 de la Carta de Naciones Unidas-.

La evolución de la sociedad internacional- como causa de los procesos de interdependencia, la globalización y la transnacionalización-, no cuestionan realmente si existe una sola realidad social, sino que hacen una referencia principal al propio principio de no injerencia con el que se pone de manifiesto la propia lucha y defensa de los derechos humanos en el contexto internacional. Lo que se consigue en realidad es que tanto el fenómeno de transnacionalización e interdependencia de las relaciones sociales en los distintos ámbitos- de manera detallada en los problemas internacionales-, modifica de una manera especial las políticas estratégicas de carácter tradicional, con los que fuerzan a otros actores- estatales o no estatales-, a hacerles ver que interpretación creen exactamente  corresponde a la nueva realidad social y con ello cumplir con las demandas que se están desenvolviendo.

En otra cuestión, diremos que aparece el concepto de Frontera con el que hacemos especial mención al autor Rosenau, cuando se refiere a que se configura un nuevo espacio político que sustituye con claridad a la tradicional frontera que separaba el mundo interno del mundo internacional. Por lo tanto, en primer lugar, tendremos que decir que significa de manera breve y concisa el propio término. Se constituye como un nuevo espacio en extensión en el conjunto de la sociedad mundial que no se encuentra bien estructurada, que presenta fragilidades dentro de la legitimidad, con ciertas estructuras de autoridad en procesos de formación y desarrollo y en el que convergen las dinámicas y asuntos- internos y externos-, en el que se extienden los asuntos de carácter mundial e internacional. Para ello podríamos hablar sobre cómo se llega a desenvolver la propia gobernación, que mecanismos, que herramientas, que utensilios se llevan a cabo para que se desarrolle de manera general la propia política de un gobierno.

EL DEBILITAMIENTO DEL PODER DE LOS ESTADOS A NIVEL INTERNACIONAL

Debilitamiento

Con lo explicado anteriormente sobre el debilitamiento que tenían los Estados en la esfera internacional, en este caso haremos una breve reflexión y concreción sobre como implica esta disminución del concepto de poder en este actor fundamental como son los Estados. Por ello, comenzaremos con una distinción que se realiza dentro de la concepción realista, se identifica por primera vez el poder con el Estado y con el poder militar. Por lo tanto, consiste en que un Estado por ejemplo “Estado A” condiciona a un Estado “Estado B” donde obliga a realizar algo que nunca pensaría desarrollar en alguna circunstancia.

El poder comienza utilizándose como un término de carácter multidimensional-y de naturaleza cambiante- que quiere mostrar, por un lado, que hace referencia a los asuntos económicos, militares- y, por otro lado, se establece mediante nuevas apariencias distintas con respecto a las designadas con anterioridad. Esto provoca que surja un cambio profundo en la naturaleza del poder, y por lo tanto en como se ejerce ese fenómeno estructural, que significa de manera detallada como un control que tiende a influir las estructuras del propio sistema.

Para exponer con determinación cual ha sido el principal problema del debilitamiento del poder de los Estados debemos profundizar sobre la crisis de los Estados-Nación. Los elementos que los forman son los siguientes: el territorio, el pueblo y la soberanía. Por lo tanto, destacar el concepto de soberanía, ya que se constata como un elemento clave, pues exactamente desde la misma donde se decide la ocupación del territorio y se proclama como identidad de cualquier pueblo como nación soberana. En otro contexto, especificamos que el territorio se define como la extensión geográfica imprescindible que configura el Estado en un espacio físico concreto. Y por otro lado su ultimo elemento- el pueblo-, representa en su multitud al conjunto de ciudadanos de un territorio- en este caso sería un Estado-. En este procedimiento, decimos que la cierta relación que presentan el concepto del pueblo con la visión política nacional constituye el Estado con la nación- por ejemplo, una comunidad de base histórico cultural- que por diversas circunstancias integra a los miembros que nacen en un terreno caracterizado por sus tradiciones, costumbres, identificada por una lengua común.

En un segundo punto identificamos el problema de este debilitamiento con la crisis de la soberanía en el estado moderno. Según Habermas (1999:4-6), la crisis de soberanía del Estado moderno señala: igualmente los Estados nacionales en un plano supranacional y global, ¿el poder destructivo ecológico, social y cultural del capitalismo planetario puede ser puesto bajo control? En este caso, especificamos que durante la Europa de la posguerra y los Estados capitalistas que se relacionaban con el Estado social, obtienen un tipo de sistema económico productivo con el cual comiencen desde una base de progreso y desarrollo. Con el desarrollo y llegados al siglo XVII, el Estado nacional confronte con una economía de carácter transnacional, en este caso rompe definitivamente con las perspectivas de la economía, de la sociedad y de la cultura. Por lo tanto, se examina al detalle la propia desregulación tanto en la política como en el sistema jurídico provocando desequilibrios en las transacciones de tipo económico.

Habermas destaca además tres momentos clave en donde se hace referencia a la soberanía del Estado Nacional: 1) existe una pérdida de la capacidad de control estatal y de la autonomía, en donde el Estado no obtiene la capacidad de poder defender a su población ante cualquier ataque por parte de otros actores que deciden actuar fuera de las fronteras; 2) existen crecientes déficits de legitimación en el proceso de toma de decisiones, realmente las decisiones que se toman no son las que se esperan por parte de los gobiernos, ya que no coinciden con la demanda social que reclama la opinión pública en el contexto internacional; 3) se determina una progresiva incapacidad para mostrar pruebas, en este caso se produce una cierta disminución de la toma de decisiones por parte del Estado ya que no puede intervenir por ejemplo para presentar una política social legitimadora que genere crecimiento económico en cualquier territorio del que se determine.

Para ello se intenta responder a estos objetivos de diferentes maneras, como apunta Habermas existen cuatro opciones: a) a favor de la globalización, donde se aconseja que el Estado siga interviniendo de manera estatal en los diferentes mercados; b) contra la globalización y la desterritorialización, se aumenta la motivación de la búsqueda de nuevas variantes que hagan avanzar al conjunto de la sociedad; c) se constituye un parte más defensiva con respecto al capitalismo ya que debe ser amortiguado nacionalmente, es decir, no existe mejor manera que intentar acabar con la idea de la intervención estatal, ya que lo único que provoca son desastres a nivel mundial en los sectores económicos; y d) por último, se destaca el voluntarismo para intentar solucionar los problemas que genera la intervención estatal en los diferentes modelos nacionales. Por ello, Habermas nos habla de que los mercados no pueden ser democratizados, sino que deben regirse por una política auto-referente, es decir implementar decisiones colectivas de carácter vincular.

Potencias: concepto y transición de Estados Unidos como potencia hegemónica

En primera instancia, describimos de forma breve y concisa que significa en su totalidad el concepto de potencias. En referencia a este término, se definen como aquellos Estados o agentes de las relaciones internacionales que alcanzan una situación militar victoriosa o un estado de seguridad que proteja su soberanía ante cualquier conflicto dentro del sistema internacional. Conforme a las consecuencias que sufre el propio concepto, se le incorpora característica propia que lo constata como elemento esencial para el propio funcionamiento del sistema europeo de los Estados. Se lleva a cabo este proceso, en el momento que se proclama la Segunda Guerra Mundial donde el concepto se convierte ya en superpotencia, es decir, se relaciona a partir de 1945 cuando el sistema de Estados se transforma de un modelo multipolar a un modelo bipolar. Con respecto, a su estatus se le relacionan diferentes factores que determinan este proceso- tanto económicos, sociales, científico-técnicos como culturales-. Por lo tanto, la principal causa de que se produzca tal efecto, representa ni más ni menos que el cierto protagonismo que se venía produciendo durante el contexto internacional y en donde se desarrollan los diferentes niveles de estatus. Para ello, profundizamos que las dinámicas de transnacionalización y globalización han sido movimientos claves para que el propio Estado pudiera desarrollar con total normalidad, su hoja de ruta a nivel mundial relacionado con el modelo tradicional.

Para ello, abordaremos como ha ido evolucionando EEUU, hasta llegar a convertirse en una gran potencia hegemónica con gran capacidad de recursos financieros frente al resto de países de su entorno. El debate comienza sobre todo en la década de 1950, cuando parecía firme que la Unión Soviética le estaba dando batalla durante la Guerra Fría a EEUU, y además en los 80, que parecía que Japón sería la nueva gran potencia, pero en realidad no sucedió de esa manera. Realmente tras estos acontecimientos, se establece la consolidación estadounidense en un mundo unipolar controlado por EEUU.

Para explicar desde un inicio como ha ido aumentando y progresando EEUU, comenzamos con la idea de que como consecuencia de la difusión de los adelantos tecnológicos- comercio internacional, inversiones inglesas-, de finales del siglo XIX, EEUU percibe un crecimiento importante como potencia. Por lo tanto, aclaramos que EEUU alcanza el mismo nivel de importancia que Reino Unido en materia económica, científica y tecnológica. Tras las medidas incorporadas como: en materia de territorio y del desarrollo de ciertos recursos naturales, se establece que EEUU supera por primera vez a Reino Unido y se convierte en una superpotencia mundial. En 1913 sufre un importante avance y es que su mercado interno se refuerza con grandes inversiones extranjeras e importaciones de tecnología y maquinaria de Reino Unido y de otros países europeos. A este acontecimiento, se le asocia una serie de factores que conllevaron a su eficiencia como potencia: el aislamiento geográfico, la amplitud territorial, población incorporada a la economía mercantil, la creación del ferrocarril y el proteccionismo arancelario que sufrió cambios entre 1861-1908 donde se pasó de un 40% a un 57% de crecimiento en las grandes empresas y en la propia productividad del trabajo.

Tras los logros obtenidos en ambas guerras, EEUU se convierte en la primera potencia hegemónica mundial gracias a los recursos financieros- económicos, políticos y sociales-, de los que empieza a disponer.  En 1945 constata un producto bruto del 60% superior al total de las otras 15 economías más fuertes del planeta (Marichal, 2010), dos terceras partes de la capacidad industrial y tres cuartas partes del capital invertido en el mundo (Hobsbawm, 2004), a los que se le sumaba su incomparable capacidad científica, tecnológica, empresarial y financiera. Con respecto a la I Guerra Mundial, la incorporación de EEUU fue un paso clave para la consecución de nuevos intereses económicos de carácter mundial con respecto al capitalismo- con respecto a la incorporación de la URSS produjo una nueva relación de fuerzas del mundo bipolar basada en el equilibrio nuclear-.

Con la llegada del comunismo, EEUU reaccionó con la aplicación del Plan Marshall- programa estadounidense dedicado a la reconversión económica de Europa durante el conflicto de la Guerra Fría-. En el momento que se recupera la Europa Occidental se establece el concepto del Estado de Bienestar, en donde EEUU corrobora su papel de hegemonía liderando las instituciones que por orden mundial generaron los acuerdos de Bretton Woods, los cuales determinaron su liderazgo monetario- ejemplos como la ONU, OTAN, Banco Mundial, etc. -.

Por parte de la URSS se vio afectada principalmente por los cambios que surgían dentro de la economía mundial en los años ochenta- entró en un proceso de declinación irreversible-. Este proceso se relacionó con el inicio de la recuperación del capitalismo estadounidense, en el que se desarrollaba dos aspectos claves como fueron el caso de la revolución informática y su liderazgo en materia de globalización. Por lo tanto, debemos afirmar que este traspiés por parte de la URSS, conllevó a que EEUU se convirtiera en una única super potencia mundial y que pasara a ser el centro de atención en cualquier movimiento que realizara- pasó a ser el epicentro de la revolución de diferentes inventos tecnológicos-. En contrapartida, surge el caso de China donde se comprende un ascenso a partir de la implementación del socialismo de mercado- modelos económicos que confían en los mecanismos de mercado para la construcción del socialismo-, que produjeran una serie de medias como la industrialización moderna e integración al mercado de Deng Xiaoping. Esto provocó realmente, que la economía fuera de carácter mixto y estuviera impartida por el Partido Comunista China, en el que se implantara un sector público dominante ante el conjunto de empresas- estatales, privadas…-. De la que podemos comentar que a partir de 2001 se produce una consecuencia importante, que es la entrada en crisis de la hegemonía de EEUU.

Conflictos armados y armas nucleares

Con respecto a los conflictos armados, comenzaremos contextualizando lo que ha significado a lo largo de la historia su influencia en la sociedad internacional. La Guerra Fría presentó un cambio principal para el uso del poder militar como la percepción del concepto de la guerra. Existía un mundo dividido en dos superpotencias- EEUU y la URSS-, dos bloques enfrentados a nivel mundial que el único objetivo que tenían era que uno de ellos dispusiera de mejor armamento nuclear para poder defenderse ante cualquier conflicto.

Nada más finalizar la guerra, provocó un debilitamiento del monopolio estatal del uso de la fuerza en el que cada vez era un mecanismo utilizado por actores no estatales. Pero también esas opciones a posibles guerras entre Estados Occidentales parece que han perdido margen de maniobra y por lo tanto lo que produce realmente es un crecimiento a costa de la interdependencia y la globalización. Con la llegada de la sociedad actual, se concibe un nuevo tipo de conflicto que domina los diferentes problemas de carácter económico y social y por lo tanto se desarrolla en diferentes conflictos- derivados de la pobreza, marginación, inmigración y nacionalismo-, en la que los Estados se les otorga la característica de naturaleza transnacional.

Este tipo de guerras clásicas y caracterizadas por parte de los Estados, conllevaron a enfrentamientos que algún sentido muchos actores los denominaron como conflictos armados. Esos conflictos armados en sentido estricto, serían enfrentamientos violentos entre dos grupos y que realmente generan bastantes muertes y de los cuales se destruyen recursos materiales. Por lo tanto, un conflicto armado internacional puede implicar de manera directa a más de dos estados y de los cuales se puede considera a estados que no reconozcan o no tengan la existencia del estado de guerra.

Por ello la proliferación de estos nuevos tipos de conflicto entre varios Estados son una consecuencia directa del propio debilitamiento del papel de un Estado en el contexto de la sociedad mundial. Para llevarlo a cabo, se determinan que los medias y formas de intervención pueden dar solución a aquellos elementos a los que realmente funcionaban con anterioridad- característicos de las relaciones internacionales-. En este caso, destacar que este tipo de conflictos armados siguen desarrollando cambios sustanciales- por ejemplo, el papel del armamento y el escaso papel que desarrollan los seres humanos-. Por lo tanto, concretar que el único estado que puede implementar dicha noción militar si decide enfrentarse a cualquier potencia, ya sean grandes, medianas o pequeñas, es el caso de China.

Concepto de seguridad y cambio sufrido

El concepto y problema de seguridad- se entiende como identidad, integridad, bienestar de sociedades estatales-, a lo largo de su avance con el contexto internacional ha provocado de manera definitiva diferentes actos de comportamiento por parte de los Estados. En este caso el poder influye en cómo se concibe el problema de la seguridad y, por lo tanto, se identifique como la cuestión principal de la política exterior de los Estados y de su definitivo comportamiento. Por ello el concepto de seguridad se puede entender de dos maneras diferentes: por un lado, es un objeto con significados muy distintos, y, por otro lado, evoluciona con respecto a los cambios proporcionados por parte de los Estados y concretamente de la sociedad internacional.

Este concepto ha ido evolucionando como consecuencia de diferentes dinámicas entre las que destacamos: la transnacionalización, la globalización y la humanización. Realmente se comprende durante la mitad del siglo XX, de la cual se interpretaba en una concepción multidimensional desde un punto de vista nacional y se convierte en un movimiento complejo en el que intervienen diferentes actores- como por ejemplo en términos militares, económicos, sociales-. Todo ello se desarrolla en un contexto de final de la Guerra Fría, II Guerra Mundial y la naturaleza bipolar del sistema político diplomático del cual refuerzan el propio concepto de seguridad e intenta avanzar mejorando en cada una de sus características fundamentales.

Con la llegada de los ochenta, se percibe una nueva percepción sobre el concepto de seguridad. Este cambio se produce ante la incapacidad del Estado para dar respuestas correctas antes las diferentes amenazas de seguridad y la propia necesidad de cooperar para intentar llegar a acuerdos con otros Estados- mostrar una respuesta conjunta que ofrezca estabilidad-. En esta búsqueda de soluciones al problema de la inseguridad, los Estados tienen la responsabilidad de afrontar con seguridad las crisis económicas por ejemplo o en el caso más drástico, una serie de medidas económicas adoptadas por otros actores.

Esta tendencia sobre el conflicto, lleva a que el Norte-Sur tenga que situar en primer plano, en la agenda de seguridad, todos los problemas relacionados en materia política, social, económica y cultural. Por lo tanto, el condado Sur, se proyecta como amenaza para la seguridad del Norte y del cual se establecen cinco aspectos claves: 1) se transforman en problemas mundiales; 2) otros por su naturaleza; 3) problemas como el narcotráfico; 4) la posesión de recursos estratégicos afecta a los propios intereses considerados de tal importancia por el Norte; y 5) porque la ética de confrontación de algunos países del Sur, se traducen en políticas armamentísticas y terroristas.

Con ello, el proceso de humanización de las relaciones internacionales ha afectado principalmente al propio concepto de seguridad, que incluye con detalle los mecanismos principales para su funcionamiento- como son los derechos humanos y la seguridad democrática-. Por lo tanto, para que se lleve a cabo este proceso, se consigue a través del proceso de integración europeo- que continuó su expansión hasta la segunda guerra mundial, en donde fue suplantada con la creación de las Comunidades Económicas Europeas-. Concretamente vienen a definir las nuevas dimensiones de la seguridad nacional, que son este caso el acceso libre y regular a las fuentes de energía, es decir, una provisión de las materias primas, la protección del medio ambiente y la estabilidad de los mercados mundiales.

En la actualidad, la seguridad está determinada por una serie de factores: multidimensionalidad, interdependencia, complejidad y globalidad. Según uno de los especialistas en materia, se hace especial mención a cinco concretamente: 1) dimensión puramente militar, tiene relación en aspectos objetivos/subjetivos; 2) dimensión política que hace referencia a la capacidad que tiene el Estado con sus sistemas de gobierno y la proclamación de las bases de legitimidad; 3) la seguridad económica, se refiere a la capacidad de acceso a los recursos para poder obtener una cierta estabilidad economista dentro del Estado- finanzas y los mercados-; 4) la seguridad social que afecta principalmente a la cultura y la identidad; y 5) la seguridad medioambiental en el que se establece la capacidad para mantener la biosfera del planeta, en el que con ella podemos asegurar la supervivencia de la vida humana.

Y por último podríamos añadir una nueva característica en donde la dimensión humana, haría constatar la protección de los derechos humanos y la democracia frente a una serie de amenazas procedentes de otros países de carácter político militar- por ejemplo, de regímenes políticos dictatoriales, en donde se caracterizan por la limitación del uso de derechos y libertades por parte del gobierno-. Además, concretar que los grupos sociales sufren transformaciones de todo tipo en cuestiones como los carteles de narcotráfico o movimientos terroristas, que lo único que provocan es desestabilización por parte de un gobierno e inseguridad ciudadana, la cual debemos proteger a toda costa.

[1] Barbé, E. (1993). EL ESTADO COMO ACTOR INTERNACIONAL: CRISIS Y CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA DE ESTADOS. https://www.raco.cat/index.php/Papers/article/download/25163/58482

[2] García Máynez, E. (2002). INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO. Porrua.

[3] Strange, S. (1970). International Economics and International Relations. International Affairs, 46(2), 304-315. https://doi.org/10.2307/2613829

[4]Cervera, R. C. (1991). Relaciones internacionales. Ediciones Ciencias Sociales.

[5] García del Campo, G. (2016). EL NUEVO EQUILIBRIO DE PODER. Instituto    Español de Estadios Estratégicos. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2016/DIEEEO104-2016_NuevoEquilibrioPoder_GarciadelCampo.pdf

[6] García del Campo, G. op. cit., nota 9

[7] Strange, S.. op. cit., nota 7

[8] Strange, S.. op. cit., nota 7

Te puede interesar

Autor

24h Economía

Te acercamos a la Economía. Toda la actualidad económica y política en 24heconomia.com y en sus redes sociales.