Un gigante que crece a velocidad irreal
En menos de un año, Nvidia ha pasado de valer 1 billón a más de 5 billones de dólares, convirtiéndose en la primera empresa de la historia en alcanzar esa cifra.
El ascenso ha sido vertiginoso: solo 66 días bastaron para pasar de los 2 a los 3 billones de capitalización, impulsada por el boom de la inteligencia artificial y la fiebre mundial por los chips de alto rendimiento.
Pero detrás de los titulares triunfales, muchos economistas alertan de un riesgo sistémico: si Nvidia es una burbuja —y muchos ya lo creen así— su estallido podría sacudir todo el sistema financiero global.
Actualmente, Nvidia vale más que la suma de los gigantes tecnológicos AMD, ARM, ASML, Broadcom, Intel, Micron, Qualcomm y TSMC combinados, y representa por sí sola el 8% del valor total del índice S&P 500.
En otras palabras: la jubilación de millones de estadounidenses está atada a la suerte de una sola empresa.
Un valor mayor que países enteros
La magnitud de Nvidia desafía cualquier comparación lógica.
Según un estudio reciente, su capitalización bursátil equivale a:
- Dos Canadas,
- Una Alemania y media,
- Todos los bancos regionales de Estados Unidos juntos,
- El valor de todo el mercado inmobiliario de Manhattan y Los Ángeles combinados,
- Y los activos de las 54 economías africanas reunidas.
Lo que empezó como una compañía de semiconductores se ha convertido en una fuerza económica global, con poder suficiente para mover índices, fondos de pensiones y hasta políticas comerciales internacionales.
La trampa del “financiamiento circular”
Parte del crecimiento explosivo de Nvidia no se explica solo por ventas reales, sino por un mecanismo de inversión cruzada conocido como vendor financing o financiación circular.
En términos simples, Nvidia presta dinero o acciones a empresas que, con esos fondos, le compran chips, elevando artificialmente sus ventas y su valoración bursátil.
Ambas partes reportan crecimiento, los precios suben y el ciclo se retroalimenta.
Pero esto implica un riesgo crítico:
si el valor de mercado de esas empresas o de los chips cae, Nvidia sufre pérdidas dobles —por el desplome de sus clientes y por la reducción del valor de su propio producto—, lo que podría detonar un efecto dominó similar al de la crisis financiera de 2008.
Un negocio real… pero inflado
A diferencia de muchas burbujas anteriores, Nvidia sí produce y vende millones de chips.
Su línea Blackwell, lanzada recientemente, tiene más de 14 millones de pedidos pendientes, y se ha convertido en el estándar de facto de la infraestructura de IA.
Sin embargo, los expertos advierten que la demanda actual podría ser insostenible.
Las grandes tecnológicas están adquiriendo chips a un ritmo que no se justifica por los beneficios reales de la IA todavía inexistentes, sino por la especulación sobre un futuro hipotético.
Es decir: Nvidia vende el oro en una fiebre del oro que aún no ha probado ser rentable.
China, Trump y la política del silicio
El fenómeno Nvidia también tiene un componente geopolítico.
Estados Unidos mantiene restricciones a la exportación de chips avanzados a China, por su valor estratégico en la competencia tecnológica.
Pero las tensiones comerciales podrían cambiar de rumbo: Donald Trump ha insinuado que podría permitir el acceso de China a los chips Blackwell a cambio de concesiones agrícolas —como compras de soja— en un eventual nuevo acuerdo comercial.
Sería un movimiento explosivo, pues el chip Blackwell representa la última gran ventaja tecnológica estadounidense frente a Pekín.
A cambio de beneficios de corto plazo, se pondría en riesgo el liderazgo estratégico del país en IA y computación avanzada.
Mientras tanto, China acelera el desarrollo de alternativas propias y aumenta las subvenciones a su industria de semiconductores.
En el mediano plazo, podría independizarse tecnológicamente, reduciendo la dependencia de Nvidia y amenazando su dominio.
La burbuja que sostiene al mercado
Hoy, Nvidia es el corazón del mercado bursátil estadounidense.
Su peso dentro del S&P 500 es tan grande que un desplome de su cotización podría arrastrar a todo el índice, afectando fondos indexados, pensiones y carteras de inversión globales.
El riesgo es sistémico:
- Si Nvidia cae un 20%, el S&P 500 podría caer un 5% solo por arrastre.
- Si la corrección es mayor, el impacto se extendería al conjunto del sistema financiero mundial.
En palabras de un analista:
“El mercado ya no sigue a la economía.
El mercado sigue a Nvidia.”
Reflexión final: cuando la innovación se convierte en idolatría
Nvidia encarna la promesa y el peligro del capitalismo tecnológico moderno.
Su éxito real —productos potentes, liderazgo en IA, visión de futuro— ha sido amplificado por una ola especulativa que la ha transformado en símbolo de fe del mercado.
Mientras los gobiernos se disputan el control del silicio y los fondos de inversión apuestan a su perpetuo ascenso, pocos se preguntan qué pasará cuando la realidad no iguale las expectativas.
Si Nvidia sigue creciendo, redefinirá la economía global.
Si cae, podría desatar la mayor corrección financiera desde la crisis de 2008.
El problema no es solo que Nvidia sea una burbuja.
El problema es que el mundo entero ya flota dentro de ella.
