El gobierno de China ha publicado un borrador de aviso que fortalece la supervisión del segmento de vehículos inteligentes conectados y de energía nueva (NEV). Según el documento oficial, las empresas del sector estarán obligadas a informar de forma precisa sobre el nivel de automatización que ofrecen y asumir la correcta retirada del mercado de unidades defectuosas.
Entre las principales novedades del borrador destacan:
- Un mayor control sobre la publicidad y mensajes comerciales: las automotrices no podrán exagerar las funcionalidades de sus sistemas de conducción autónoma.
- Una supervisión reforzada sobre la consistencia de producción y de especificaciones técnicas: los vehículos deberán cumplir los parámetros declarados al consumidor y no solo en laboratorio.
- Un mecanismo más ágil para la retirada de vehículos que puedan presentar fallos o riesgos una vez comercializados.
Estas medidas tienen como objetivo que el sector del vehículo inteligente, que combina electricidad, conectividad e inteligencia artificial, crezca de forma segura, fiable y sostenible en China, un mercado que aspira a liderar la movilidad del futuro a nivel global.
¿Por qué ahora y qué significa?
China ya es uno de los mayores productores y consumidores de automóviles eléctricos y conectados del mundo. Sin embargo, para consolidar su posición y evitar crisis reputacionales, el Ejecutivo entiende que debe imponer normas claras que garanticen que la innovación vaya acompañada de seguridad, transparencia y calidad. Con este marco legal más estricto pretende que las empresas extranjeras y locales compitan en mejores condiciones, al tiempo que los usuarios y reguladores ganen confianza.
Por ejemplo, un autobús autónomo funcionando en Guiyang o un campo de pruebas en Zhejiang ya son muestras visibles del avance. Pero el borrador del reglamento deja claro que esos avances tecnológicos deben estar bien supervisados para evitar que lo “inteligente” se convierta en sinónimo de riesgo.
Implicaciones para los fabricantes y el mercado
- Las compañías automotrices deberán revisar sus mensajes de marketing: no podrán afirmar que sus sistemas son «100 % autónomos» si sólo ofrecen funciones asistidas.
- Los estándares de producción se incrementan: habrá que demostrar que los sistemas avanzados de conducción funcionan en condiciones reales (no solo en pruebas).
- El coste de adaptar procesos, homologaciones y devoluciones podría subir, al menos a corto plazo, lo que podría frenar lanzamientos apresurados.
- A largo plazo, la regulación puede favorecer a los fabricantes más preparados, quienes podrían obtener ventaja competitiva gracias a mayor confiabilidad.
Conclusión
China ha decidido dar un paso más allá en el desarrollo de su industria automovilística avanzada al exigir un entorno regulatorio más estricto para los vehículos conectados e inteligentes. Esto no solo protege al consumidor, sino que pretende afianzar el liderazgo tecnológico del país de forma segura. Para las empresas, el mensaje es claro: innovación sí, pero con responsabilidad. En un mercado tan dinámico como el de la movilidad del futuro, quien cumpla con los nuevos requisitos estará mejor posicionado.
