La Generalitat de Cataluña cree haber encontrado la fuente de financiación de Carles Puigdemont.
Según el diario ‘El Debate’, la Generalitat investiga en secreto desde hace varios meses la desaparición de una herencia de 500 millones de euros perteneciente a la Fundación Cellex. Este dinero se desvaneció cuando el empresario catalán Pere Mir, fundador de la entidad, falleció en 2017.
Sólo la vivienda de Waterloo tiene un coste de 4.400 euros al mes. A esta cifra hay que sumarle los suministros de la propiedad y los gastos que Puigdemont y su equipo han tenido desde que huyeron a Bélgica en octubre de 2017. Desde entonces, ni el expresidente catalán ni el Consell de la República, el organismo que él mismo constituyó para llevar a cabo la declaración de independencia de Cataluña, han aclarado de qué manera se financian.
Ahora, se abre una vía de investigación oficial que lleva meses operativa sin que se le haya dado ninguna publicidad. Antes de fallecer, Mir recibió un premio de la mano del entonces presidente Puigdemont, que declaró públicamente que «Cataluña necesita muchos Pere Mir».
El citado medio cuenta con la documentación que acredita que el Departamento de Justicia de la Generalitat comenzó a indagar sobre el paradero de la herencia millonaria de Mir el pasado 11 de mayo, a pesar de que no se hizo público. La investigación comenzó tras la interposición de una denuncia en la que se informaba de la desaparición del dinero. Esta denuncia fue puesta el pasado 6 de marzo por Ángel Surroca, la persona que levantó el imperio empresarial de Derivados Forestales, de Mir, siendo consejero delegado de todas ellas.
Surroca apunta a tres personas: Jordi Segarra, un contable que poco a poco se fue haciendo con la confianza de Mir que acabó como gestor de las fundaciones y de los pagos y cobros del empresario; José Francisco Capellas, abogado radicado en Andorra; y por último el médico Josep Tabernero, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Vall d’Hebron.
El denunciante afirma que la herencia de Mir desaparecida oscila entre los 400 y los 600 millones de euros. Surroca enumera los bienes inmuebles de alto valor económico que forman parte del patrimonio de Mir. Entre ellos figuraban el domicilio del empresario catalán, un impresionante ático próximo al Parque del Turó de Barcelona, un segundo ático en el que vivían sus suegros, un chalet en la exclusiva urbanización La Pleta, en Baqueira Beret (Gerona), una casa en Vilassar de Mar y un edificio entero y dos planta de otro bloque, ambos en el Paseo de San Juan de Barcelona.
Pere Mir fue un reputado empresario catalán del sector químico. Falleció el 10 de marzo de 2017 y fue entonces cuando comenzó a desaparecer el dinero. El primer hecho irregular que se produjo, según el testigo de la fortuna, fue la rápida incineración del empresario, de ahí que su médico sea uno de los denunciados. En la denuncia se afirma: «Su muerte se llevó con total secretismo respecto a la viuda y las sobrinas que no pudieron ni hacerle el velatorio, ya que fue trasladado el cuerpo directamente a la funeraria e incinerado, en cuanto se cumplió el plazo establecido». Mir acudió al notario para modificar su testamento dos meses antes de morir. En el nuevo documento nombró albaceas –es decir, gestores de sus bienes– a las tres personas que hoy están bajo sospecha tras la desaparición de los fondos.