Yolanda Díaz quiere liderar la campaña de acoso y derribo del Gobierno contra las grandes empresas.
El diario ‘Vozpópuli’ adelanta que la líder de Sumar quiere convertirse en vicepresidenta primera y ministra de Industria en un escenario en el que se da por muy probable que Nadia Calviño ponga rumbo al Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Díaz siempre ha sido el contrapeso frente a la ortodoxia de Calviño. Además, ha ganado cada vez más relevancia a nivel internacional, especialmente en Bruselas.
La vicepresidenta se ha esforzado por convertirse en una referencia en políticas laborales para otros países comunitarios; según su equipo, constantemente le preguntan sobre temas como la reforma laboral y la ley rider. Desde hace tiempo, la líder de Sumar ha advertido sobre la necesidad de cambiar la economía y ha señalado la evasión fiscal de las personas extremadamente ricas como un problema.
Hace más de un año, junto al economista francés Thomas Piketty, expresó: «La cuestión está en quién paga impuestos. En mi país y en el mundo, estamos viendo una verdadera deserción fiscal de los súper ricos. El 80% de la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) proviene de las rentas. No hay nada menos democrático que decirle a nuestro país que quienes están sosteniendo la dependencia y los cuidados son, una vez más, los trabajadores y trabajadoras».
Sin embargo, Díaz también tiene la ambición de convertirse en ministra de Industria, además de ocupar el cargo de vicepresidenta primera. Según fuentes consultadas, en la nueva estructura del organigrama del Gobierno, este Ministerio, que en algunas ocasiones ha estado integrado en el de Economía, adquiriría un papel protagonista.
En caso de que esto suceda, la actual ministra de Trabajo dejaría su cartera natural como abogada laboralista y se enfocaría en cuestiones de política económica e industrial, temas sobre los que ha estado teorizando en los últimos meses. En sus intervenciones, ha señalado la necesidad de reformar la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y las empresas públicas que dependen de ella.

Nadia Calviño y Yolanda Díaz
Los guiños de Sánchez
El propio presidente en funciones ha hecho algún guiño, especialmente en la presentación del pacto de gobierno con Sumar, en el que en una escenografía de armonía plena se refirió a Díaz como «la vice», un apelativo con el que en el Gobierno suelen referirse a la actual vicepresidenta primera y titular de Economía. Y que en otros Ejecutivos, como el de Mariano Rajoy, también se usaba para la número dos, Soraya Sáenz de Santamaría.
Lo cierto es que Díaz, ya sin la mordaza de Podemos, tiene más legitimidad para asumir un rol más importante en la coalición. La líder de Sumar tiene los votos que le dieron los españoles como aval ante el PSOE. Hasta ahora, su pertenencia en Moncloa era el resultado de la decisión de Pablo Iglesias. Pero con los morados reducidos a su mínima expresión, cabe esperar que Díaz logre más consideración en el Consejo de Ministros. Sánchez cuida la imagen de Díaz. Lo ha hecho siempre que él lo ha necesitado políticamente. El presidente vende que sus gobiernos son «de coalición progresistas». Y su devenir está atado al de Yolanda Díaz en la culminación del ticket progresista que plantearon ya en la moción de censura de Ramón Tamames y VOX y con el que concurrieron a las elecciones generales el 23-J.
Si Sánchez, finalmente, se decantara por Díaz para la vicepresidencia primera, el líder socialista estaría mandando un mensaje importante. La ministra de Trabajo podría presidir el Consejo de Ministros en ausencia del presidente, lo que reforzaría su imagen presidenciable y su capacidad de decisión en Moncloa. Díaz no sólo ve con buenos ojos adquirir un rol político más fuerte, sino que cada vez invade más las competencias de Economía.