Pedro Sánchez vuelve a ‘tragar’ con nuevas imposiciones en un intento desesperado de seguir en Moncloa
El presidente del Gobierno en funciones acepta incluir la reducción de la jornada laboral, aunque tendrá que ser «en el marco del diálogo social», según adelanta el diario ‘Vozpópuli’.
El líder del PSOE se encuentra más cerca de allanar el camino para su investidura, aunque aún no ha anunciado la fecha, a la espera de cerrar el acuerdo definitivo con Junts, cuyos siete diputados son cruciales para su permanencia en La Moncloa. Pedro Sánchez y Carmen Calvo se fijaron el 31 de octubre como fecha límite para alcanzar un acuerdo.
Uno de los principales obstáculos al principio era la reducción de la jornada laboral, un tema que los socialistas no consideraban «urgente» en un principio. A pesar de esto, fuentes de Sumar indican que Ferraz está, en principio, dispuesto a aceptar la propuesta, a pesar de las declaraciones de la vicepresidenta económica en funciones, Nadia Calviño, quien afirmó el lunes que no era una prioridad y que debería abordarse «dentro de la negociación colectiva y del diálogo social».
Además de la reducción de la jornada laboral, Sumar también pedía al PSOE que fuera más allá en temas relacionados con la vivienda, derogara la ley mordaza, ajustara el impuesto a la banca (ya sea haciendo el tipo impositivo permanente o aumentándolo), creara el estatuto del becario, reformara el modelo de financiación autonómica y dificultara el despido de trabajadores con condiciones socioeconómicas desfavorables. Se espera que los detalles finales del acuerdo se cierren este martes y se den a conocer próximamente. También será importante verificar si el pacto menciona la amnistía para los acusados del procés que aún están pendientes de juicio.

Nadia Calviño y Yolanda Díaz
El PSOE tiene que someter el acuerdo a la opinión de sus miembros mediante una consulta. Según fuentes socialistas, se celebrará pronto un comité federal, que es el máximo órgano de decisión entre congresos, en el que el presidente detallará no solo el acuerdo de coalición con Sumar, sino también, previsiblemente, su posición y el estado de las conversaciones sobre la amnistía con los partidos independentistas.
Han pasado más de dos semanas desde que el Rey encargó a Pedro Sánchez la tarea de buscar los apoyos necesarios para formar gobierno. El 3 de octubre, el PSOE recibió un impulso de optimismo: la investidura parecía posible. Solo era cuestión de negociar con discreción. Los votos de Carles Puigdemont eran alcanzables si se manejaban adecuadamente las negociaciones. Aunque el acuerdo con Sumar ha tranquilizado al partido, sigue siendo crucial obtener el apoyo de Junts.
Poco a poco, Sánchez ha incumplido cada uno de los plazos que se había fijado para explicar la amnistía, la cual es fundamental para su permanencia en el poder. Hasta ahora, solo ha respetado el plazo establecido con Sumar. En septiembre, el aparato de persuasión del Gobierno argumentaba que era el momento para que Alberto Núñez Feijóo tomara el protagonismo, por lo que no era apropiado centrarse en la medida de gracia, ya que podría provocar tensiones dentro del Partido Socialista. En ese momento, Felipe González y Alfonso Guerra arremetieron contra Sánchez, quien optó por evitar el debate sobre la amnistía al no participar en la investidura del líder del Partido Popular.