A veces se dice que en el pasado había un Estado del Renacimiento que poseía unos elementos que a día de hoy cualquier Estado moderno posee. Estos elementos que ya formaban parte del Estado del Renacimientos son los siguientes:
Burocracia y la administración de justicia: en el Renacimiento nos encontramos que había una serie de ministros o de “oficiales” (es decir, aquellas personas que tenían un oficio en el reino) que van a ir aumentando en cantidad (aunque había un número muy pequeño de cargos públicos en comparación con la actualidad). Así, el número de burócratas aumenta, pero todavía no era un número muy significativo; así, el rey todavía tenía que servirse de los nobles, clero… para que las órdenes del rey se pudieran ejecutar. En este momento, a través de sus relaciones con la corte, muchas personas (las poderosas, sobre todo) acabarían obteniendo un empleo público (en esta época, el empleo público no se obtenía por méritos, antes este empleo se podía, incluso, llegar a comprar). Esta es una clara diferencia con el aparato burocrático actual, pues, incluso, en el Renacimiento este empleo público y los títulos que otorgaba el rey se podían heredar, es decir, pasar de padres a hijos.
Por su parte, el número de tribunales y jueces van a aumentar en el Renacimiento. Se trataban de personas instruidas en la Universidad (estudiaban Derecho Romano) que acabarán por reforzar el poder del rey (por eso los reyes beneficiaban a las Universidades).
En el caso castellano, nos encontraremos con los tribunales -que se llamaban Audiencias- y que, en la actualidad, dieron lugar a los llamados Tribunales Superiores de Justicia.
En el caos de Francia, los Tribunales Superiores se llamaban Parlamentos.
En esta época, en resumen, tenemos un aumento de la burocracia que se hace ver por el aumento de los jueces, mayoritariamente.
El ejército: en este aspecto, nos encontramos ante un elemento muy importante que robustecerá la autoridad y el poder real. Se trataban de tropas, sobre todo, adictas al monarca. Esto hacía que los reyes, a diferencia de los reyes de la Baja Edad Media, no necesitasen el apoyo de los nobles (aunque todavía necesitaban el apoyo de las milicias municipales). Estos reyes tenían vasallos y recursos, es decir, fuerzas adictas al rey.
En este aspecto, estamos hablando de que el Ejército de esta época no era una gran fuerza armada, sino que el ejército era una fuerza militar dispersa y, mayoritariamente, situada en lugares estratégicos del reino. Así que eran ejércitos bastante limitados y que, incluso, reducían su tamaño cuando se alcanzaba la paz con el enemigo.
La hacienda y la fiscalidad: los reyes del Renacimiento todavía no pudieron prescindir de la ayuda económica de sus grandes vasallos y de las propias ciudades. Nos encontramos que los reyes del Renacimiento tenían muchos límites monetarios. Cuando analizamos la fiscalidad del rey/reino vemos la existencias de las llamadas “haciendas paralelas” (así, la Iglesia, los nobles… tenían una fiscalidad propia). Los reyes intentaron intervenir/controlar estas haciendas paralelas, así mismo, intentaron consolidar una estructura fiscal única y más consolidada. Los reyes, incluso, arrendaban la recaudación de los impuestos, esto es, había individuos que adelantaban ciertas cantidades de dinero; en este aspectos, vemos las limitaciones monetarias de los reyes.
La diplomacia: en el Renacimiento, en el caso de los reinos europeos, no se alcanzaba el aparato diplomático que tenían los reinos italianos (que poseían un aparato diplomático mucho más avanzado y efectivo). Los principales embajadores solían ser eclesiásticos, personas importantes del reino…en aquella época, las redes diplomáticas no eran tan extensas como en la actualidad. Las Repúblicas italianas llevaban una gran ventaja al respecto.
La dirección de la economía del reino: el poder del rey también se fortalece porque va a poder dirigir la política económica del reino. En aquella época una serie de materias primas estratégicas eran tratadas de ser protegidas por parte del rey. En otros casos se intentaba incentivar la producción de ciertas materias primas estratégicas. También se trataba de fomentar determinadas manufacturas. En el caso de Castilla, destaca la Mesta (El Honrado Consejo de la Mesta de Alfonso X fue creado en 1273 por Alfonso X el Sabio, reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en una asociación nacional y otorgándoles importantes prerrogativas y privilegios tales como eximirlos del servicio militar y de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc. Con anterioridad ya los ganaderos se reunían en asambleas o consejos llamados «mestas» (la palabra mesta proviene de mixta, que significa ‘mezclada’) en diversas localidades dos o tres veces al año con el fin de tratar de los negocios concernientes a sus ganados o gobierno económico, y para distinguir y separar los mestencos (animales sin dueño conocido) que se hubiesen mezclado. Durante la Edad Media y con el paso del tiempo, se añaden nuevos privilegios reales a la Mesta, como pasará a ser conocida, junto con una fiscalización especial para protegerla de los agricultores, lo que provocó largos e incontables pleitos hasta el año 1836, en que se abolió). Antiguamente la lana era muy codiciada, daba muchos ingresos al reino y a la monarquía; así, La corona va a favorecer los intereses de los ganaderos de la Mesta.