El presupuesto público general para 2025 tuvo un déficit de aproximadamente RMB 5,66 billones (unos 780.000 millones de dólares). A primera vista, la cifra sugiere un giro fiscal expansivo: en las últimas décadas Pekín había mantenido normalmente déficits por debajo del 3% y, aun en 2020 durante la crisis de la pandemia, el déficit propuesto fue de 3,6%. Sin embargo, el análisis detenido de los documentos subraya que esa cifra no agota la historia fiscal de China, debido a la naturaleza multicapas de su presupuesto y a la relevancia creciente del llamado Fondos Presupuestarios del Gobierno (Government Funds Budget), especialmente a través de la dependencia de las ventas de suelo y de emisiones de bonos especiales.
¿Por qué el 4% no basta para frenar la maquina China?
La dinámica económica china se mantiene por cuatro grandes piezas:
- Presupuesto Público General
- Fondos Presupuestarios del Gobierno
- Presupuesto de Operaciones de Capital del Estado
- Fondo de Seguro Social
Sin embargo, no todas influyen igual en la economía real.
¿Qué hace cada pieza y cómo influye a la demanda interna?
- Presupuesto Público General: recoge impuestos y otros ingresos y puede complementarse con fondos de estabilización y emisión de bonos generales. Es el componente ‘clásico’ que la mayoría interpreta cuando se habla del déficit oficial e impacta la demanda privada si la recaudación aumenta. Es principalmente una herramienta de los gobiernos locales.
- Fondos Presupuestarios del Gobierno: gestionado en gran medida por gobiernos locales, su principal ingreso proviene de ventas de suelo y por bonos especiales (por ejemplo, ultra-largo plazo). Sus partidas van a obras locales, infraestructura y programas de bienestar. Afectan directamente a la demanda de inversión.
- Presupuesto de Operaciones de Capital del Estado: operativa de las empresas estatales y tiende a ser pro-cíclico pero no suponen un aumento en la demanda.
- Fondo de Seguro Social: soporta las pensiones y la salud y su impacto en la demanda es negligible.
La composición del plan
En lo que respecta a la financiación para dicho déficit, el plan incluye la emisión de bonos especiales de ultra largo plazo por RMB 1,3 billones a nivel central y RMB 4,4 billones de los gobiernos locales. Además, hay una emisión central adicional de RMB 500.000 millones destinada a reforzar el capital de grandes bancos estatales. Estas emisiones tienen como objetivo financiar proyectos de infraestructura y programas para impulsar el consumo.
Mecanismo clave: ventas de suelo, deuda especial y la transmisión a la demanda
La dependencia sobre las ventas de suelo convierte al ciclo inmobiliario en un canal amplificador de la economía real. Cuando las ventas de terreno se contraen, los ingresos de estos fondos caen y los gobiernos locales recortan inversión en infraestructura o gasto social, lo que a su vez debilita la demanda y puede intensificar la tendencia a la baja de precios. En teoría el Estado puede emitir más bonos especiales para compensar la caída de ingresos pero esa herramienta ha sido insuficiente para cerrar la brecha de gasto real observada en 2023–2024 y en lo que va de 2025. La consecuencia práctica es que la evolución del déficit fiscal esta fuertemente correlacionado con la trayectoria del IPC (nivel de los precios). Por ende, la persistencia de esta brecha fiscal implica riesgos de deflación sostenida (ya que se reduce la inversión gubernamental) si no se incrementa la ejecución del gasto.
Consecuencias
Existe una paradoja aparente ya que el crecimiento reciente se ve impulsado por componentes de la actividad exterior mientras que la demanda doméstica (especialmente la ligada al mercado inmobiliario y al gasto local) tira los precios hacía abajo por lo que se traduce en una baja inflación.
El sector más afectado por esta contradicción es la construcción y sus proveedores ya que se ven directamente afectados por la caída de los precios del suelo ya que el Estado chino depende de las ventas de los mismo para sostener su gasto e inversión en este sector. Sin embargo, la emisión de bonos especiales para financiar infraestructuras puede suponer una oportunidad para las empresas en dicha industria pero deben ser ejecutados de manera coherente para maximizar su efecto. Asimismo, se destina una emisión específica a reponer los capitales de grandes bancos estatales para sostener el sistema bancario a corto plazo pero no resuelve los riesgos ligados a los prestamos de inmobiliarios y proyectos de infraestructura de baja rentabilidad.
¿Se viene una deflación?
El resultado práctico, según el análisis, es un riesgo alto de presiones deflacionarias si la brecha de gasto (déficit fiscal) no se corrige mediante mayor ejecución o mayor deuda especializada bien colocada. Para los inversores y agentes económicos, la clave no es tanto el anuncio del volumen de deuda, sino como esos recursos se traducen en inversión real. Este es el factor que determinara si se convierte en un estímulo que reactive la demanda o se quede solo en papel.
