El crecimiento económico de España del que presume Nadia Calviño y Pedro Sánchez no es real.
Al menos, así lo desvela su panel oficial de indicadores avanzados. Según indica Carlos Cuesta en ‘Libre Mercado’, la síntesis de indicadores económicos que elabora su propio Ministerio de Asuntos Económicos incluye un índice de supuesto valor casi profético: el índice CLI (Composite Leading Indicators). Se trata de una especie de dato talismán que anticipa entre 6 y 9 meses lo que está por venir en la economía. Y ese indicador está estancado por debajo de los cien puntos, lo que indica que ni recuperación, ni robusta, ni confianza.
El Indicador Compuesto es uno de los más seguidos por los analistas, ya que condensa los principales indicadores económicos avanzados en un conjunto complejo de datos. El ICI se ha diseñado con el propósito de anticipar señales que indiquen cambios en el ciclo o la tendencia económica. Su estructura le permite proporcionar información sobre posibles expansiones o contracciones económicas antes de que estas se materialicen.
En el contexto de España, este indicador se mantiene de manera constante por debajo de los 100 puntos, lo que sugiere la ausencia de un crecimiento sólido o cualquier señal que lo indique. El Composite Leading Indicators es una métrica impulsada por la OCDE, que combina una serie de datos con capacidad predictiva de más de medio año. Estos datos incluyen las horas trabajadas semanalmente, el promedio de solicitudes iniciales de desempleo, el número de nuevos pedidos de fabricantes de bienes de consumo y materiales, la velocidad de entrega de mercancías nuevas, el número de nuevos pedidos de bienes de capital no relacionados con defensa, los permisos de construcción para edificios residenciales, la evolución de la Bolsa y otros indicadores, como la oferta monetaria ajustada por inflación.
No se trata simplemente de un indicador avanzado, sino de la amalgama de los mejores indicadores avanzados disponibles. En el caso de España, este indicador contradice la perspectiva de crecimiento que defiende Calviño, a pesar de que es su propio ministerio el que lo elabora. El último dato disponible sitúa el indicador en 99,8 puntos, casi idéntico a los 99 puntos con los que concluyó 2022 y menor que los 101,1 puntos de 2021.
Además, otros indicadores relacionados muestran una tendencia similar: la contribución al PIB de la demanda nacional se encuentra en un modesto 1,8%, mientras que la demanda externa está en negativo, con un -1,4%. El consumo eléctrico presenta una caída del -1,4%, y aunque la matriculación de automóviles muestra un crecimiento positivo, es inferior al registrado en el segundo trimestre de 2022, con un 7,5% frente al 10,1%. La cifra de negocios de la industria marcó una disminución del -8,9% en junio, y la de los servicios registró un descenso del -1,4%. El crédito nuevo cerró julio con una preocupante caída del -12,8%.
A pesar de estas cifras, Calviño continúa expresando un optimismo que parece desvinculado de la realidad, recordando su actitud cuando afirmó que el impacto del COVID-19 en la economía española sería «poco significativo», a pesar de que finalmente resultó en el peor hundimiento económico desde la posguerra civil.