El Fondo Monetario Internacional (FMI) presenta su diagnóstico de la economía mundial, el cual ha sido marcado por un cambio en las reglas del comercio internacional, un repunte de la inversión vinculada a la inteligencia artificial y riesgos crecientes para la recuperación.
¿Qué destaca el informe a escala mundial?
El FMI proyecta un crecimiento global moderado para 2025 y 2026, con la economía mundial estimada en torno al 3,2 % en 2025 y 3,1 % en 2026. Estas cifras suponen una revisión a la baja en el mediano plazo respecto a trayectorias previas y reflejan los efectos, directos e indirectos, de un aumento de las barreras arancelarias y de la incertidumbre política y comercial.
El informe pone especial atención en la ola de tarifas anunciadas por Estados Unidos y sus consecuencias. Aunque el impacto inicial sobre la actividad fue suavizado por compras adelantadas y reconfiguración de cadenas de suministro, la incertidumbre y el posible traslado de costes a precios pueden erosionar la demanda y la inversión con efecto retardado. La transmisión de estas medidas a la inflación depende de factores como la depreciación o apreciación del dólar y de si las empresas deciden absorber o repercutir esos costes.
Además, el FMI advierte de dos fuerzas que pueden condicionar la senda macroeconómica global. Por un lado, un auge de la inversión vinculada a la IA que podría sostener la demanda. Por otro lado, los riesgos financieros derivados de valoraciones elevadas en sectores tecnológicos que podrían tener efectos adversos sobre el consumo y la inversión.
¿Cómo encaja España en todo esto?
El informe incluye una serie de tablas con proyecciones macroeconómicas para las economías avanzadas, entre las que figura España, con un crecimiento del PIB real próximo al 2,9 % en 2025 y una moderación hacia 2,0 % en 2026, con variaciones en la contribución de la demanda interna y el comercio exterior. Estas cifras sitúan a España por encima de la media de la eurozona en 2024, aunque con una desaceleración prevista para 2026.
En términos de cuenta corriente y posición financiera, las tablas muestran que España ha mejorado su saldo por cuenta corriente en los años recientes, alcanzando en 2024 un superávit proyectado que se mantiene en 2025. Asimismo, la composición de las entradas y salidas financieras refleja flujos de inversión de cartera y directa que han sido volátiles en ejercicios previos. Estos movimientos son relevantes para la estabilidad del tipo de cambio real y la capacidad de financiación externa del país.
Aplicaciones prácticas:
- Precios al consumidor: Si las tarifas internacionales se trasladan a las importaciones, sectores intensivos en bienes importados pueden ver subidas de precios. Además, el informe documenta que el efecto es heterogéneo por sector y que algunos bienes ya han mostrado aumento de precios en la fase inicial. Para España, esto implica que productos industriales y ciertos bienes de consumo podrían encarecerse, afectando la inflación agregada y el poder adquisitivo.
- Inversión y cadenas de valor: La reorientación de suministros y la diversificación de proveedores (relocalización o búsqueda de terceros mercados) genera costes de ajustes. Para las empresas españolas exportadoras y proveedores integrados en cadenas europeas, esto puede traducirse en mayores costes unitarios y cambios en la demanda exterior.
- Mercados financieros y financiación: La posibilidad de correcciones en sectores tecnológicos y la presión sobre las finanzas públicas a raíz de políticas fiscales más expansivas en otras economías elevan la prima de riesgo potencial. Se destaca la sostenibilidad fiscal como una preocupación generalizada y que shocks globales pueden amplificar la volatilidad en los mercados donde España participa como emisor y receptor de capitales.
- Empleo y migración: Cambios en las políticas migratorias de grandes economías afectan la oferta laboral internacional. El FMI señala que restricciones de movilidad reducen la mano de obra disponible donde antes había flujos intensos. Para España, una mayor rigidez en la movilidad internacional podría tensionar ciertos sectores con dependencia de mano de obra extranjera.
A retener:
A partir de las conclusiones del FMI se pueden extraer varios matices sobre el impacto en España.
Primero, la proyección de crecimiento prevista para España sugiere una resiliencia relativa frente a la desaceleración global. Sin embargo, esta resiliencia depende de factores externos que permanecen inciertos, como la evolución de las tarifas y la demanda en Europa y Estados Unidos.
Segundo, la naturaleza heterogénea del impacto sectorial implica que las políticas nacionales deberían centrarse en medidas que mejoren la competitividad y reduzcan costes de ajuste. Por ejemplo, mediante inversión en formación (para adaptar mano de obra a nuevas tecnologías) y en infraestructuras logísticas que faciliten la reorientación comercial sin pérdida de eficiencia. El FMI recomienda políticas horizontales de apoyo a la innovación y la productividad en lugar de ayudas sectoriales indiscriminadas.
Tercero, la mejora del saldo por cuenta corriente proyectada ofrece un colchón externo, pero no exime de la necesidad de una gestión fiscal prudente. El informe destaca que los tipos de interés reales más altos y las crecientes necesidades de gasto (como defensa, seguridad y transición energética) requieren planes efectivos de consolidación para evitar aumentar las vulnerabilidades.
Finalmente, la combinación de inversión en IA y la posibilidad de un ajuste brusco en valoraciones tecnológicas plantea un escenario dual para España.
- Oportunidades de modernización productiva si la inversión se despliega de forma inclusiva y complementa la economía real.
- Riesgos de una corrección financiera: reduce la demanda externa y la financiación de proyectos.
El equilibrio dependerá de políticas que fomenten la difusión tecnológica y el fortalecimiento institucional.
Referencias:
Fondo Monetario Internacional: World Economic Outlook: Global Economy in Flux, Prospects Remain Dim
