Recuperación del Crédito en España

El motor económico vuelve: el crédito

En 2024, el crédito al sector privado residente rompió con una década de caída y pasó a crecer con aportaciones tanto de hogares como de empresas.

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Crédito 24h

Los datos muestran un avance conjunto del 2,4% interanual, con el crédito a familias al 3,2% y el crédito a empresas en torno al 2,2% (variación respecto al mismo periodo anual). Esta recuperación marca un punto de inflexión después del largo ajuste iniciado tras la crisis financiera global.

Un punto de inflexión en el crédito hipotecario

La evolución del crédito hipotecario es especialmente relevante porque representa más de tres cuartas partes del crédito a hogares. Tras la pandemia se observó una mayor demanda de vivienda, impulsada por la preferencia por espacios más amplios, y la actividad se mantuvo relativamente alta incluso después de las fuertes subidas de tipos de interés realizadas por el Banco Central Europeo en 2022 y 2023. A pesar del endurecimiento de la política monetaria, la demanda de nuevas hipotecas estuvo por encima de los niveles previos a la pandemia, aunque las amortizaciones anticipadas realizadas por familias con ahorro reducido redujeron el stock en 2023 y en la primera parte de 2024, porque muchos hogares optaron por pagar deuda antes.

El precio medio de una nueva hipoteca en julio fue del 2,6%, cifra que se sitúa relativamente baja en términos comparativos con otros mercados, y el precio de la vivienda siguió al alza, con un incremento del 10,4% en el segundo trimestre de 2025 según el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, lo que eleva el importe medio financiado por operación. En conjunto, estas fuerzas explican por qué el crédito hipotecario sigue mostrando dinamismo y por qué puede continuar creciendo si se reducen las restricciones de oferta de vivienda, como la escasez de suelo o la falta de mano de obra en la construcción.

El motor del crecimiento: las familias y el consumo

Dentro de los hogares, el crédito al consumo lidera el crecimiento, con tasas superiores al 6%, mientras que el crédito hipotecario crece alrededor del 2,4%, alineado con el crédito total a familias. La actividad económica, el empleo y la evolución salarial sostienen la demanda de crédito, y el volumen de nuevas operaciones de crédito en 2025 fue un 24% superior al del mismo periodo del año anterior, y duplicó el ritmo observado antes de la pandemia, lo que subraya la recuperación de la actividad crediticia.

Lentitud de recuperación empresarial

El crédito a empresas está recuperándose, aunque de forma más pausada que el de los hogares. El stock de crédito a empresas crece desde principios de 2025, las nuevas operaciones avanzan cerca del 10% interanual y el crédito de corto plazo aumenta alrededor del 7%. El crédito de largo plazo, habitualmente asociado a inversiones y plazos superiores a cinco años, muestra un crecimiento moderado, ligeramente por debajo del 2% en julio, algo que no se observaba desde 2011 salvo durante la pandemia.

Pese al vigor de la economía, y en particular de la inversión en maquinaria y equipo que crece de forma significativa, la demanda crediticia empresarial es menos intensa de lo esperado. Varias razones explican este patrón. En primer lugar, el autofinanciamiento con recursos propios se ha incrementado porque la situación financiera y la rentabilidad de muchas empresas han mejorado. En segundo lugar, la incertidumbre sobre la política económica puede frenar las decisiones de endeudamiento. Además, factores externos como la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales retrasan proyectos de expansión. Por último, las condiciones financieras tras el ciclo de subidas de tipos pudieron posponer decisiones hasta la relajación observada en los tipos durante el verano.

Factores que explican la vuelta del crédito

La recuperación del crédito no es resultado de un solo factor, sino de la confluencia de varios elementos. Entre los impulsores principales están la mejora del empleo y los salarios, la recuperación de la demanda de vivienda y la estabilización relativa de los tipos de interés en niveles comparativamente bajos. Además, el aumento de los precios de la vivienda eleva el importe de las operaciones hipotecarias, y un precio del crédito hipotecario relativamente bajo en términos relativos favorece la demanda. Al mismo tiempo, factores de oferta y restricciones estructurales en el sector residencial limitan el ritmo al que el crédito inmobiliario podría crecer más rápidamente.

Principales incertidumbres

De cara a 2026 se prevé una desaceleración de la actividad económica, aunque el entorno debería permitir que el crédito crezca en la misma línea que en 2025. Los principales motores seguirán siendo la creación de empleo, el aumento salarial y la escasez de vivienda. Sin embargo, la mejora del crédito a empresas dependerá de una reducción de la incertidumbre que facilite decisiones de inversión. Persisten riesgos ligados a la política económica, a la evolución de los mercados internacionales y a posibles cuellos de botella en la oferta de vivienda que podrían condicionar la intensidad del crecimiento crediticio.

¿Qué debemos esperar a futuro?

La vuelta del crédito a niveles de expansión moderada tiene implicaciones claras para la economía. Para empezar, se espera un mayor flujo de crédito a familias y empresas tiende a apoyar el consumo y la inversión, y por tanto puede sostener la actividad y el empleo, lo que a su vez alimenta la demanda de crédito en un círculo virtuoso. No obstante, este proceso viene con matices. El saldo total de crédito aún está lejos de los niveles del auge de comienzos de siglo, lo que mitiga el riesgo de un sobreendeudamiento generalizado en el corto plazo. Además, la naturaleza del crecimiento crediticio importa, porque el impulso procede sobre todo del crédito hipotecario y del consumo, mientras que el crédito de largo plazo a empresas, más ligado a proyectos productivos, se recupera con más lentitud. Esto sugiere que la mejora en la financiación no es homogénea y que la productividad y el crecimiento potencial de la economía dependerán de si la financiación empresarial se reactiva con más fuerza.

Otro aspecto relevante es la interacción entre tipos de interés y decisiones de endeudamiento. La estabilización de los tipos en niveles relativamente bajos facilita la financiación, pero la memoria de las subidas recientes hace que tanto familias como empresas actúen con prudencia, por ejemplo, mediante amortizaciones anticipadas o mayor autofinanciación. En consecuencia, el crecimiento del crédito puede prolongarse sin generar presiones financieras excesivas, siempre que no se acumulen riesgos en segmentos concretos del mercado inmobiliario o en sectores vulnerables. Finalmente, la oferta de vivienda es un factor limitante que puede frenar un crecimiento más intenso del crédito hipotecario si no se abordan problemas como la escasez de suelo, la falta de mano de obra y los retrasos administrativos.