El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado su estimación para el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de España en 2025 hasta 2,9%, dos décimas más de lo que se había previsto anteriormente. Esta corrección sitúa al país como la economía avanzada con mayor crecimiento estimado este año en un contexto de tensiones geopolíticas.
La institución también ajustó al alza para su proyección para 2026, fijándola en 2,0%, frente a la previsión previa.
Factores que impulsan la mejora
El FMI atribuye esta mejora a varios elementos que han mostrado resiliencia durante los primeros trimestres del año. Entre ellos, la fortaleza de las exportaciones y el impulso del consumo privado anticipado por las empresas como estrategia frente a las tensiones comerciales.
La revisión del cálculo de crecimiento del año anterior, que resultó más alto de lo estimado, ha generado un efecto arrastre favorable para 2025.
Además, el organismo proyecta que la inflación española rondará el 2,4% en 2025, moderándose a 2,0% en 2026.
En cuanto al déficit público, el FMI espera que España reduzca su desequilibrio fiscal al 2,7% del PIB este año (desde un 3,2% en el año previo) y al 2,6% en 2026.
La tasa de paro también mejoraría, de un 11,3% proyectado al inicio, bajaría a un 10,8% en 2025, y se prevé que en 2026 se sitúe en 10,7%.
España frente al panorama global
Mientras muchos países enfrentan una desaceleración, España logra posicionarse como una excepción. En el informe de perspectivas globales, el FMI estima que el crecimiento mundial en 2025 será del 3,2%, levemente por encima de lo previsto anteriormente, aunque inferior al ritmo pre pandemia.
Dentro de la zona euro, la actividad económica se proyecta en un 1,2% para 2025, lo que reafirma el destacado desempeño español frente a la media regional.
Conclusión
La revisión al alza del FMI brinda un respiro de optimismo para España en un contexto global incierto. Si bien las cifras proyectadas dependen de que no se intensifiquen las tensiones comerciales ni se debiliten otros motores económicos, la economía española muestra una capacidad notable para afrontar adversidades.
No obstante, crecer en términos agregados no garantiza mejoras uniformes para todos los ciudadanos. El verdadero desafío será transformar ese crecimiento en oportunidades reales: empleo de calidad, aumento de la productividad y estabilidad en los precios. Si España logra traducir estas positivas previsiones en progreso estructural, podrá consolidar una base más sólida para enfrentar los retos futuros.