La estrategia petrolera: producir más para depender menos
Durante décadas, Arabia Saudí ha sido un pilar del orden petrolero liderado por EE. UU. dentro de OPEC+. Pero en los últimos meses ha evidenciado un cambio de estrategia: en lugar de recortes para sostener precios, ha optado por incrementar la producción para ampliar cuota de mercado.
Este giro no solo presiona a los productores de petróleo de EE. UU., especialmente los petróleos de esquisto con mayores costos, sino que también coloca a los saudíes en una posición de mayor independencia. Algunos analistas sostienen que parte del objetivo es debilitar la rentabilidad del petróleo de esquisto norteamericano.
Por ejemplo, en octubre el grupo acordó aumentar la producción en 137.000 barriles por día pese a las expectativas de menor demanda futura, lo que refuerza la lógica de priorizar cuota de mercado sobre precios elevados.
Un pacto con Pakistán: reflejo de nuevas alianzas estratégicas
Otro indicio claro es la reciente firma de un acuerdo estratégico de defensa entre Arabia Saudí y Pakistán, que contempla que cualquier agresión contra uno se interprete como una agresión contra ambos países.
Este pacto se produjo en un contexto regional tenso: justo después de que Israel realizara ataques en territorio qatarí, lo que generó inquietudes entre los estados árabes sobre la fiabilidad de los compromisos de seguridad tradicionales.
Aunque Arabia Saudí insiste en que este acuerdo es el resultado de negociaciones de largo plazo y no una reacción inmediata, el momento y su contenido tienen fuerte carga simbólica.
Reconciliación con Irán: ajustar el mapa regional
Durante años, Arabia Saudí e Irán han competido a través de conflictos indirectos y rivalidades sectarias. Pero desde 2023 comenzó un proceso de normalización pactada, mediado por China, que ha ganado impulso recientemente.
Recientemente, hubo encuentros entre el príncipe MBS y el presidente iraní, donde se consideró la posibilidad de una alianza islámica como disuasión frente a amenazas comunes, especialmente relacionadas con Israel.
Ese acercamiento ocurre mientras las tensiones entre EE. UU. e Irán persisten. La decisión saudí de estrechar lazos con Teherán refuerza la impresión de que ya no seguirá ciegamente la estrategia estadounidense en Oriente Medio.
Más allá del dólar: comercio en nuevas divisas y autonomía monetaria
Más allá de las decisiones militares y energéticas, existe otro cambio de fondo: Arabia Saudí ha mostrado apertura para comerciar en monedas distintas al dólar estadounidense, especialmente con países asiáticos.
Este paso podría responder no solo a los vientos globales de la desdolarización, sino también a la estrategia de diversificar sus relaciones económicas como parte de su visión de mediano y largo plazo.
Tensiones latentes y escenarios de reconciliación
Está claro que las relaciones entre Arabia Saudí y EE. UU. atraviesan un ajuste. Pero eso no significa una ruptura definitiva. Algunas posibilidades de evolución incluyen:
- Negociación estratégica petrolera: aunque Arabia incrementa producción, posiblemente buscará fórmulas para no derrumbar el mercado global.
- Alianzas de seguridad híbridas: el pacto con Pakistán no excluye cooperación con EE. UU., pero muestra que Riad explora alternativas.
- Coordinación selectiva: en temas diplomáticos o de temas multilaterales, podrán seguir colaborando.
- Aproximación táctico-regional: mantener acercamientos con Irán sin descuidar vínculos tradicionales con Occidente.
El desafío para EE. UU. será conservar relevancia sin imponer condiciones que socaven la soberanía saudí. Para Arabia Saudí, el reto será equilibrar su nueva autonomía sin romper vínculos estratégicos valiosos.
Epílogo estratégico
No estamos ante una ruptura dramática, sino ante una redefinición sutil. Arabia Saudí parece proyectar que puede cooperar con EE. UU., pero no depender completamente de él. En un mundo donde las alianzas tradicionales conviven con nuevas coaliciones, este cambio silencioso podría redefinir el mapa geopolítico.
