La economía europea respira, pero sigue sin fortalecerse

La eurozona cumple 16 meses sin revalidar impulso

El crecimiento de la actividad privada alcanza su mejor nivel desde 2024, impulsado por el turismo y los servicios españoles. Sin embargo, el empleo se estanca, la industria continúa débil y el optimismo podría ocultar un modelo de crecimiento frágil y dependiente del consumo.

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La eurozona cumple 16 meses sin revalidar impulso: España lidera… pero con riesgos estructurales

La economía de la eurozona logró en septiembre de 2025 su mejor desempeño en 16 meses, según el índice PMI compuesto publicado por S&P Global y el Hamburg Commercial Bank (HCOB). El dato, de 51,2 puntos, superó el umbral de 50 que marca la frontera entre expansión y contracción, mostrando por primera vez desde mayo de 2024 un crecimiento sostenido tanto en servicios como en manufactura (El País, 2025).

El dato fue recibido con optimismo por los mercados, pero la verdadera sorpresa llegó desde el sur: España se convirtió en la locomotora coyuntural del bloque, con un PMI de 53,8 puntos, el más alto entre los países analizados. Su fortaleza contrastó con la moderación de Alemania (50,9) y el estancamiento de Francia (49,5), consolidando la idea de que la economía española está actuando como amortiguador de las debilidades del norte (Forbes, 2025).

A primera vista, podría parecer que Europa finalmente recupera tracción. Sin embargo, una lectura más profunda revela que el impulso proviene de sectores de baja productividad —turismo, hostelería y servicios no transables— mientras que la industria y la demanda externa siguen estancadas. En otras palabras: el rebote es real, pero no necesariamente sostenible.

¿Qué impulsa realmente el rebote europeo?

  1. Servicios como sostén del crecimiento

El motor principal del repunte ha sido el sector servicios, impulsado por un verano excepcionalmente fuerte en el turismo y el consumo interno. Según S&P Global, el índice PMI de servicios alcanzó 51,3 puntos, su mejor nivel en ocho meses, gracias a un aumento en la demanda interna y la mejora de las expectativas empresariales (Bloomberg, 2025).

Sin embargo, esta expansión oculta un desequilibrio evidente: la dependencia del consumo doméstico y del gasto en ocio deja a la economía europea vulnerable a cualquier enfriamiento en la confianza de los hogares. Mientras tanto, la manufactura continúa en zona de contracción con un índice de 49,8 puntos, reflejo de un sector industrial que no logra recuperarse tras los años de shocks energéticos y disrupciones logísticas (Forbes, 2025).

  1. Un empleo que se estanca

El repunte de actividad no se tradujo en una creación de empleo robusta. Según los informes del HCOB, el nivel de contratación en el sector privado se estabilizó en septiembre, rompiendo seis meses consecutivos de crecimiento. El empleo en los servicios se mantiene, pero la industria continúa recortando plantilla (El País, 2025).

Esto refleja un fenómeno que los economistas llevan meses advirtiendo: el crecimiento actual es intensivo en consumo, no en trabajo. La digitalización, la automatización y los márgenes reducidos están frenando la expansión del empleo incluso cuando el PIB muestra signos de mejora.

  1. España, la locomotora temporal de la eurozona

La posición de España como líder del crecimiento europeo tiene una doble lectura. Por un lado, confirma su resiliencia en medio de un contexto global incierto; por otro, revela la fragilidad estructural de la eurozona, que depende de un único país para sostener la media (Mundiario, 2025).

En la práctica, España está capitalizando un verano turístico récord, con ingresos por turismo extranjero que superan los 58.000 millones de euros, y un repunte del consumo interno impulsado por la moderación de la inflación y la subida de salarios en el sector servicios. Sin embargo, este tipo de crecimiento tiene un límite: se apoya en factores estacionales y no garantiza un avance sostenido del valor añadido de la economía.

El espejismo del optimismo europeo

Las cifras del PMI generan titulares alentadores, pero esconden señales de vulnerabilidad que podrían revertirse con rapidez:

  • El sector industrial sigue débil. La caída en nuevos pedidos industriales refleja la falta de competitividad y la dependencia de importaciones intermedias, especialmente en Alemania y Francia (Bloomberg, 2025).
  • La demanda exterior continúa desacelerándose. Las exportaciones de bienes se reducen en volumen y valor, lastradas por el enfriamiento de China y la apreciación del euro.
  • La confianza empresarial sigue siendo frágil. Pese al repunte de los indicadores, los empresarios muestran cautela en inversión y contratación, conscientes de que la inflación subyacente sigue siendo alta y el crédito, caro (Forbes, 2025).

En palabras de Cyrus de la Rubia, economista jefe del Hamburg Commercial Bank, “la economía de la eurozona está lejos de un punto de inflexión estructural; lo que vemos es un rebote, no una recuperación” (citado en El País, 2025).

Crecimiento con vendas

El optimismo que generan los titulares es comprensible, pero peligroso. El verdadero desafío es que Europa se está acostumbrando a crecer por inercia.
El continente celebra décimas de crecimiento trimestral mientras sigue perdiendo peso relativo frente a Estados Unidos y Asia en productividad, innovación y capitalización de mercado.

El modelo europeo actual se asemeja a un cuerpo con respiración asistida: vive del turismo, el crédito y los subsidios, pero no genera músculo propio. España ejemplifica esa paradoja: lidera el crecimiento del continente, pero lo hace apoyándose en sectores que, a largo plazo, no aumentan el potencial de crecimiento del PIB.

Además, la reducción de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), prevista para principios de 2026, podría dar un alivio temporal a los mercados, pero también alimentar burbujas de consumo y crédito en un entorno de productividad estancada. Es decir, Europa corre el riesgo de confundir alivio con progreso.

Conclusión: optimismo medido, no complacencia

La mejora de la actividad privada en la eurozona es una señal positiva pero no definitiva. España lidera el rebote, sí, pero lo hace desde sectores intensivos en servicios, consumo y estacionalidad. La eurozona necesita mucho más que un verano fuerte para consolidar una recuperación real: debe apostar por la reindustrialización, la integración de capitales y la digitalización productiva.

Celebrar estos datos sin autocrítica sería como aplaudir el buen pulso de un paciente con fiebre: alentador, pero insuficiente.
Europa ha demostrado que puede mantenerse a flote; ahora debe probar que puede nadar por sí misma.

Referencias

Bloomberg. (2025, 23 de septiembre). Sector privado de la eurozona crece al mayor ritmo en 16 meses. https://www.bloomberg.com/news/articles/2025-09-23/sector-privado-de-la-eurozona-crece-al-mayor-ritmo-en-16-meses

El País. (2025, 3 de octubre). La actividad privada de la eurozona logra en septiembre su mejor desempeño en 16 meses. Cinco Días / El País. https://cincodias.elpais.com/economia/2025-10-03/la-actividad-privada-de-la-eurozona-logra-en-septiembre-su-mejor-desempeno-en-16-meses.html

Forbes. (2025, 3 de octubre). La actividad privada de la eurozona marca máximos de 16 meses, con España y Alemania a la cabeza, según PMI. Forbes España. https://forbes.es/economia/807714/la-actividad-privada-de-la-eurozona-marca-maximos-de-16-meses-con-espana-y-alemania-a-la-cabeza-segun-pmi/

Mundiario. (2025, 3 de octubre). La actividad privada de la eurozona alcanza su mejor nivel en 16 meses. Mundiario. https://www.mundiario.com/articulo/economia/actividad-privada-eurozona-alcanza-mejor-nivel-16-meses/20251003193141358125.html