Inversión con consecuencias

Cómo el capital privado se devora el Reino Unido: riesgo para el comercio, las empresas y los trabajadores

Fondos de private equity compran cadenas emblemáticas con altas dosis de deuda, sometiendo al comercio británico a riesgos de quiebra, despidos y pérdidas para consumidores y trabajadores.

Londres
Londres 24h

Introducción

Las tradicionales calles comerciales británicas —High Street— evocan imágenes de tiendas independientes, panaderías locales y pubs centenarios. Pero detrás de esa postal idílica se esconde una realidad diferente: muchas de esas marcas ya no pertenecen a pequeños comerciantes ni a grandes corporaciones británicas, sino a firmas de private equity (capital privado). Desde la salida del Reino Unido de la UE (Brexit) y la crisis del COVID-19, los inversores privados han desembarcado con fuerza en el país, adquiriendo nombres tan reconocibles como Burger King, New Look o Pizza Express.

Este fenómeno no es inocuo: el modelo de capital privado depende en gran medida del endeudamiento estructurado (leveraged buyouts), lo que traslada riesgos financieros al tejido comercial, laboral y social del país. En este artículo analizamos cómo funciona este modelo, sus efectos en casos concretos, las consecuencias para trabajadores y consumidores, y qué desafíos plantea para el futuro británico.

El modelo del “leveraged buyout” y su lógica

Para entender el fenómeno, conviene partir del mecanismo utilizado por el capital privado: la compra apalancada (leveraged buyout, LBO). En términos simples:

  • El inversor compra una empresa usando una combinación de capital propio y endeudamiento, muchas veces colocando gran parte del endeudamiento sobre la propia empresa adquirida.
  • La empresa objetivo queda responsable de pagar ese préstamo, mientras que el comprador (el fondo de private equity) se asegura de limitar su exposición financiera.
  • Si la empresa prospera, el fondo puede venderla o sacarla a bolsa, cobrando la diferencia. Si fracasa, el riesgo lo absorben los acreedores y los empleados, no tanto el fondo comprante.

Este modelo incentiva la maximización del rendimiento financiero en plazos relativamente cortos, lo cual puede llevar a recortes drásticos, ventas de activos, y reducción de márgenes operativos para garantizar el servicio de la deuda.

¿Por qué Gran Bretaña? Contexto post-Brexit y post-pandemia

Varias condiciones han hecho del Reino Unido un objetivo atractivo para el capital privado:

  • Después del Brexit y la incertidumbre económica, muchas empresas británicas quedaron con valoraciones a la baja frente a rivales en EE. UU. u otros mercados.
  • La depreciación del tipo de cambio y menores expectativas de crecimiento interno aumentaron el atractivo de activos británicos subvalorados.
  • Entre 2016 y 2023, los fondos de private equity invirtieron cerca de 200.000 millones de dólares en adquisiciones británicas —comparativamente más que Alemania (81.000 millones) o Francia (36.000 millones).
  • En 2024, el mercado británico de adquisiciones por private equity vivió una reactivación: transacciones se incrementaron un 12 % en valor a pesar de un entorno de tasas de interés más elevado.

Este flujo de capital ha provocado que muchas marcas del High Street pasen a manos de fondos extranjeros o consorcios de inversión.

El caso Morrisons: de supermercado familiar a carga financiera

Un ejemplo paradigmático de este modelo es Morrisons, una de las cuatro grandes cadenas de supermercados británicas. Hasta 2021 era en gran medida familiar o británica en su ADN. Pero ese año fue adquirida por el fondo Clayton, Dubilier & Rice (CD&R) por alrededor de 7.000 millones de libras.

La operación se facilitó por tasas de interés bajas y una valoración deprimida tras la crisis pandémica. El problema surgió cuando los costos de deuda comenzaron a subir: aproximadamente la mitad de su deuda se ajusta a tasas variables, lo que ha incrementado los pagos financieros anuales de la empresa. Al competir en un mercado de precios bajos con cadenas como Aldi o Lidl, Morrisons se quedó sin margen para absorber esos costos, lo que le ha obligado a vender activos (como sus estaciones de servicio por 2.500 millones de libras) para reducir su carga financiera.

El efecto es doble: por un lado, se limita la inversión operativa (mejoras de tienda, innovación, empleados), y por otro, se reduce la capacidad competitiva frente a rivales con menor apalancamiento.

Consecuencias sociales, laborales y de mercado

El modelo del capital privado en el High Street conlleva impactos tangibles:

  1. Pérdida de empleo y reducción de condiciones laborales
    Muchas empresas adquiridas por private equity están obligadas a recortar costos para generar caja que permita atender la deuda. Esto puede implicar despidos, reducción de inversiones en formación y condiciones precarias. El riesgo es notable porque estas empresas emplean actualmente alrededor de 1,9 millones de personas, además de otros 1,3 millones en su cadena de proveedores.
  2. Precios más altos o servicios recortados
    Para hacer frente a mayores costes financieros, algunas empresas pueden trasladar esa carga al consumidor mediante precios más altos o reducción de calidad. Ya han surgido acusaciones en el Parlamento británico de prácticas de “price gauging” (aumentos injustificados de precios).
  3. Desinversión en zonas locales y cierre de tiendas
    Fondos que miran la rentabilidad global pueden cerrar sucursales menos rentables, especialmente en zonas periféricas, debilitando la accesibilidad del comercio local y la cohesión de los barrios.
    Algunas marcas emblemáticas (como New Look, River Island, Select Fashion) han anunciado cierres de tiendas o reestructuraciones en 2025 bajo presiones de costes y competencia feroz.
  4. Propagación del riesgo financiero sistémico
    Cuando múltiples empresas cargan deuda pesada, un choque macroeconómico (tasas de interés altas, recesión, inflación) podría desencadenar quiebras encadenadas. El Banco de Inglaterra ya ha expresado su preocupación por el crecimiento del endeudamiento en empresas con capital privado detrás.

Dilemas políticos y regulatorios

Desde el punto de vista del gobierno británico, enfrentar este fenómeno es complejo:

  • Por un lado, el capital privado ha traído inversión extranjera necesaria en un contexto post-Brexit con menor flujo de capital externo. Algunos lo defienden como un impulso para mantener a flote empresas debilitadas.
  • Por otro lado, la dependencia del endeudamiento y la precarización despiertan preocupaciones sociales, políticas y fiscales.
  • Las opciones de regulación (mayores impuestos, límites a adquisiciones apalancadas, mayor supervisión financiera) chocan con la necesidad de mantener atractivo al Reino Unido como destino de inversión.
  • Con elecciones generales en puerta, los partidos tienen incentivos para criticar excesos, pero con cautela, ya que prohibir el capital privado podría ser visto como desalentar la inversión comportándose como un Reino Unido cerrado.

Conclusión

El auge del capital privado en el Reino Unido ha transformado silenciosamente el paisaje comercial del país. Lo que empezó como oportunidades de adquisición a bajo costo tras el Brexit y la pandemia, se ha convertido en una apuesta arriesgada: empresas altamente endeudadas, presión sobre precios, recortes operativos y vulnerabilidad financiera.

Quienes trabajan en High Street, quienes compran en ellas y quienes dependen de ellas para mantener comunidades locales corren el riesgo de pagar el precio del modelo financiero de fondos globales. Para que esta relación no termine devorando al Reino Unido, será necesario que gobiernos, reguladores y ciudadanos exijan transparencia, límites y modelos de inversión más sostenibles.