El precio del entretenimiento digital

El fin del barato: por qué los servicios de streaming ya no son tan accesibles

Plataformas como Netflix, Disney+ y Apple TV+ suben tarifas, incorporan anuncios y luchan por rentabilizar sus enormes inversiones en contenido, mientras los usuarios reinventan su forma de pagar por el entretenimiento.

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Introducción

Hace pocos años, pagar uno o dos servicios de streaming parecía un lujo manejable y mucho más económico que el cable tradicional. Pero ese panorama está cambiando rápidamente. A fines de 2024 y principios de 2025, plataformas como Disney Plus, Netflix, Amazon Prime, Apple TV+ y Hulu incrementaron sus precios, algunas introduciendo versiones con anuncios o subiendo tarifas generales.

Los usuarios sienten el peso de pagar múltiples suscripciones y se preguntan: ¿cómo llegamos aquí? ¿Podemos hacer algo para resistir esta escalada de costos? Para entenderlo, es necesario mirar el negocio desde la perspectiva del streaming, no solo la del consumidor.

La trampa del crecimiento: de suscriptores a ingresos por usuario

Durante mucho tiempo, los servicios de streaming dependieron del crecimiento de su base de suscriptores. Netflix, el más veterano del grupo, apostó por crecer en números y aumentar precios de forma gradual para amortizar sus inversiones en contenido. Sin embargo, ese modelo encontró límites:

  • Los mercados maduros están saturados, lo que reduce la capacidad para seguir sumando usuarios.
  • Netflix ha cargado una gran deuda (cientos de miles de millones en contenido) para construir su biblioteca propietaria.
  • El “sharing” de contraseñas, inicialmente tolerado, se convirtió en un obstáculo serio: muchos usuarios accedían sin pagar, lo que limitaba el incremento real de ingresos.

Ante ese techo, los servicios comenzaron a reorientar su estrategia: menos depender de nuevos suscriptores y más de extraer valor de los usuarios existentes mediante subidas de precio, publicidad y nuevas fórmulas de monetización.

Un ejemplo claro: Netflix lanzó su versión con anuncios (“ad-supported tier”) que ha ganado popularidad. En 2025, se proyecta que ese nivel publicitario supere los 2.000 millones de dólares en ingresos publicitarios.

De hecho, el modelo híbrido (suscripción + anuncios) ya no es excepción: casi la mitad de las suscripciones de grandes plataformas en EE. UU. ya incluyen anuncios.

El alza de precios y la inflación en el streaming

Otra gran presión viene del alza de los costes: producir series, asegurar licencias, mantener infraestructura de servidores, incluir localización, marketing, etc. Estas cargas no han dejado de aumentar, y las plataformas lo están trasladando a los consumidores.

Según datos recientes, los precios tanto de servicios sin anuncios como de los que sí incluyen publicidad han subido más del 20 % promedio desde 2023.

Un ejemplo concreto: Netflix subió sus precios en EE. UU. en enero de 2025. Su plan con anuncios pasó de 6,99 USD a 7,99 USD; la versión sin anuncios básica subió a 17,99 USD; y el plan premium llegó a 24,99 USD.

También otros servicios como Peacock han hecho incrementos notables este año.

Una consecuencia inevitable: lo que antes parecía una ventaja económica del streaming frente al cable ahora se acerca al costo de tener múltiples servicios.

Qué pueden hacer los consumidores (y cómo adaptarse)

El panorama no es todo pesimismo: hay estrategias que muchos usuarios están adoptando para amortiguar el impacto:

  • Ser “churners” estratégicos: darse de baja temporalmente de servicios que no estén usando mucho, volver cuando haya contenido atractivo. En 2023, 1 de cada 5 personas ya lo hacía.
  • Mantener 1 o 2 servicios fijos y “rotar” el resto según el contenido que desees ver ese mes.
  • Optar por planes con anuncios: si el precio baja lo suficiente, aceptar algunos anuncios se vuelve más racional.
  • Evaluar paquetes combinados (bundles) o servicios de streaming ofrecidos como parte de otros productos (internet, móvil).
  • Seguir promociones puntuales o descuentos anuales.

En definitiva, la idea de que “pagar poco por todo el streaming” ya no es viable en el modelo actual. El consumidor debe volverse más astuto para manejar una “dieta mediática” que funcione para su bolsillo.

Conclusión

La era de streaming barato ha terminado. Las plataformas están obligadas por la economía del contenido, la saturación del mercado y la presión fiscal a subir precios, introducir publicidad o replantear monetización.

Para los espectadores eso significa pagar más, pero también repensar cómo elegimos, cuándo vemos y qué valor asignamos a los servicios que consumimos. El streaming sigue siendo una puerta a contenido increíble, pero ya no es tan barato como antes.