El Banco de España le está amargando la fiesta en Moncloa.
Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez presume del leve ajusta del INE en el PIB, la realidad es que la economía española está pisando freno.
Las señales de estancamiento cada vez son las evidentes en una recta final de año llena de obstáculos por el impacto de la subida de los tipos de interés y por el peor desempeño de algunos de nuestros principales clientes, como es el caso de Alemania.
El Banco de España ha presentado un diagnóstico en sus nuevas previsiones que indica que la desaceleración del crecimiento se reflejará en los datos del tercer trimestre. Según los economistas de la entidad, se espera que el PIB crezca un 0,3% en ese trimestre, lo que representa una reducción en comparación con el trimestre anterior, cuando el PIB experimentó un crecimiento del 0,4%. A pesar de esta disminución en el ritmo de crecimiento, el Banco de España mantiene su pronóstico de que la economía española crecerá un 2,3% en el conjunto del año, destacando que «el PIB muestra un dinamismo relativamente mayor en España en comparación con otros países de la zona del euro».
En contraste, las nuevas proyecciones del Banco Central Europeo estiman un crecimiento del 0,7% para la zona euro en este año, casi cuatro veces más que España. Los economistas del regulador bancario atribuyen este liderazgo económico español a la exitosa temporada turística de verano. Además, señalan que la mayor proporción de servicios en la economía española en comparación con otros países le ha permitido sobrellevar mejor el impacto de la desaceleración en la actividad manufacturera, como la que afecta a Alemania.
Se espera que sea en 2024 cuando la desaceleración económica internacional tenga un impacto más significativo en el crecimiento de España. Las nuevas previsiones reducen en tres décimas el crecimiento esperado del PIB para el próximo año, situándolo en el 1,8%, debido a la desaceleración económica global y al aumento en los precios del petróleo.
En relación a la inflación, se ha observado un aumento en los precios de la energía y los combustibles durante el verano, superando las expectativas de los economistas del Banco de España. En consecuencia, han revisado al alza sus previsiones y ahora estiman una inflación promedio del 3,6% para 2023, lo que supone un incremento de cuatro décimas en comparación con las estimaciones anteriores de junio. Para 2024, se proyecta un aumento de los precios del 4,3%. Este aumento en la inflación se debe tanto al impacto de los precios energéticos como a la retirada de las medidas gubernamentales destinadas a contener los precios, que expirarán a finales de este año.