NUEVAS PISTAS SOBRE EL ENIGMA ONCOLÓGICO GLOBAL

La huella invisible del cáncer: el sorprendente origen del aumento de tumores en menores de 50 años

Un hallazgo reciente en el ámbito científico revela causas insospechadas del incremento del cáncer en adultos jóvenes y transforma el mapa de riesgos para las nuevas generaciones.

Cáncer entre los más jóvenes
Cáncer entre los más jóvenes. 24H

Una frase resuena con fuerza en hospitales y congresos médicos: el cáncer ya no es solo un problema de la tercera edad.

El aumento de tumores en personas menores de 50 años —lo que los epidemiólogos denominan cánceres de aparición temprana— ha dejado atrás su carácter anecdótico para convertirse en una verdadera alarma sanitaria.

No se trata de un fenómeno aislado, ni un mero efecto colateral del avance médico, sino de una tendencia sólida respaldada por registros internacionales que abarcan más de 42 países durante los últimos 15 años.

Los datos son claros: en más del 75% de las naciones estudiadas, los tumores de tiroides, mama, colorrectal, riñón, endometrio y leucemia han crecido tanto entre jóvenes como entre mayores de 50 años.

La excepción notable es el cáncer colorrectal, que presenta un incremento particularmente alarmante entre los más jóvenes, hasta el punto de amenazar con convertirse en la principal causa de muerte oncológica en adultos jóvenes antes de 2030.

Un enemigo inesperado: la bacteria que marca el destino

Durante mucho tiempo, la discusión se centró en los factores habituales: dietas poco saludables, sedentarismo, obesidad, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y exposición a contaminantes. Sin embargo, un reciente estudio internacional publicado en la reconocida revista Nature ha sacudido las bases de la oncología convencional. Investigadores de la Universidad de California en San Diego han descubierto una huella genética específica en los tumores colorrectales que afectan a adultos jóvenes: una toxina bacteriana llamada colibactina, producida por ciertas cepas de Escherichia coli que habitan en la microbiota intestinal desde la niñez.

Este hallazgo es digno de una novela policíaca: la colibactina provoca daños en el ADN celular del colon dejando una firma mutacional —los patrones ID18 y SBS88— que los científicos han logrado rastrear. Estas mutaciones son 3,3 veces más frecuentes en tumores diagnosticados antes de los 40 años comparados con aquellos detectados en mayores de 70. Es como si esta bacteria plantara las semillas silenciosas del cáncer mucho antes, solo para florecer cuando el reloj biológico marca su hora.

Lo más preocupante es que la presencia de estas bacterias parece estar influenciada por factores ambientales, hábitos alimenticios e incluso por la herencia familiar; no siempre se relaciona con los clásicos factores de riesgo. La exposición temprana a la colibactina podría explicar por qué muchos jóvenes diagnosticados no tienen antecedentes familiares ni llevan estilos de vida especialmente perjudiciales.

Factores comunes y el papel del estilo de vida

Aunque la colibactina ha acaparado titulares, los expertos advierten que no es el único responsable. En realidad, los tipos de cáncer que más han aumentado entre jóvenes —endometrio, riñón, mama y tiroides— están también muy relacionados con la obesidad y trastornos metabólicos. En las últimas cuatro décadas, la tasa de obesidad ha crecido desmesuradamente, sobre todo en países desarrollados donde ya afecta a más del 40% de los adultos. Este exceso adiposo crea un entorno propicio para la inflamación crónica y el desarrollo tumoral tanto en jóvenes como en mayores.

  • El incremento del consumo de alimentos ultraprocesados, junto a una menor ingesta de fibra y un abuso desmedido de azúcares y grasas saturadas han alterado el equilibrio del microbioma intestinal. Esto facilita la proliferación de bacterias dañinas y afecta al sistema inmunitario.
  • La prolongada exposición a estilos de vida poco saludables eleva el riesgo acumulativo de cáncer entre las nuevas generaciones, superando al experimentado por sus padres o abuelos.
  • Asimismo, el uso excesivo de antibióticos y el aumento constante de contaminantes ambientales también son factores emergentes a considerar.

¿Una epidemia generacional o un fenómeno global?

A pesar del alarmismo presente en algunos titulares, recientes investigaciones indican que el aumento del cáncer no es exclusivo para quienes nacieron después de 1980. La mayoría de los tumores cuya incidencia está creciendo también impactan a personas mayores; esto sugiere causas comunes y no un fenómeno misterioso reservado solo para las nuevas generaciones.

Curiosamente, una mejor detección precoz y avances en los programas de cribado también contribuyen al aparente incremento en casos diagnosticados. Actualmente se identifican tumores que antes pasaban desapercibidos; esto es especialmente evidente con órganos como el apéndice cuyo cáncer era casi desconocido hasta hace poco tiempo pero ahora se reconoce como una entidad propia afectando particularmente a millennials y generación X.

El papel de los virus y el factor microbioma

La ciencia ha demostrado que además de las bacterias hay ciertos virus implicados en la aparición tumoral entre jóvenes:

  • El virus linfotrópico humano tipo 1 (HTLV-1) puede ser causante de leucemia en adolescentes y adultos jóvenes.
  • El virus Epstein-Barr está asociado a linfomas y otros tipos tumorales.
  • El virus del papiloma humano (VPH) representa cerca del 5% total todos los cánceres humanos incluyendo lesiones cervicales y orofaríngeas.

La interacción entre virus, bacterias y un microbioma intestinal alterado abre nuevas avenidas para investigación enfocada en prevención y diagnóstico precoz. Desarrollar pruebas basadas en firmas mutacionales bacterianas o virales podría cambiar radicalmente las reglas del juego durante los próximos años.

Curiosidades científicas para lectores inquietos

  • El estudio que identificó a la colibactina como responsable directo mutaciones cancerígenas empleó análisis sobre cerca mil tumores procedentes de 11 países buscando “huellas dactilares” dentro del ADN.
  • Algunas firmas mutacionales vinculadas a bacterias pueden detectarse años antes incluso que surja el tumor; esto abre posibilidades hacia diagnósticos ultra-tempranos.
  • El cáncer apendicular era rarísimo hasta hace poco; ahora se ha multiplicado entre las últimas generaciones: quienes nacieron durante los años 80 enfrentan hasta cuatro veces más riesgo comparado con aquellos nacidos en 1945.
  • La dieta occidental no solo provoca aumento ponderal; también altera el ecosistema microbiano intestinal favoreciendo a bacterias capaces producir toxinas peligrosas.
  • Cerca del 5% todos los cánceres humanos están relacionados con VPH; sin embargo, existe vacunación efectiva capaz prevenir gran parte estos casos.
  • Cambios ocurridos dentro microbioma intestinal impactan tanto riesgo cancerígeno como estado anímico e incluso salud cerebral. El intestino puede considerarse nuestro “segundo cerebro”.
  • El cáncer colorrectal está dejando atrás su imagen como enfermedad asociada únicamente a ancianos; se ha convertido rápidamente amenaza real para adultos jóvenes. En Estados Unidos ya es principal causa muerte oncológica varones menores 50 años.

En ocasiones, grandes misterios médicos se ocultan tras pequeños detalles: una bacteria aquí, una molécula allá o quizás un descuido alimenticio. Pero como ocurre con toda buena historia detectivesca, cada nueva pista nos acerca un paso más hacia resolver este intrigante rompecabezas.

Autor

24h Economía

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