El viejo axioma de que los jóvenes son más progresistas que sus mayores parece estar quedando atrás. En los últimos años, España ha sido testigo de una transformación política significativa, marcada por el auge del multipartidismo y una creciente inestabilidad parlamentaria. Dentro de este contexto de evolución social y sociopolítica, una de las tendencias más llamativas es el giro ideológico de la juventud hacia la derecha. Expertos y analistas señalan que este cambio, reflejado en titulares como «La derecha es el nuevo ‘punk'» o «Los jóvenes giran a la derecha», ha dejado de ser una anomalía para consolidarse como una nueva era política en la que la juventud busca nuevas formas de expresión y participación.
Auge de VOX y PP
Históricamente, la juventud ha sido un motor de cambio y movilización. Sin embargo, el panorama de la participación política juvenil en España se caracteriza por la volatilidad y la búsqueda de alternativas a los medios convencionales.
Los datos recientes confirman la inclinación de la juventud hacia el bloque de la derecha. El último barómetro del CIS indica que VOX y el Partido Popular concentran la mayor parte del voto joven en las franjas de edad de 18 a 34 años, siendo el partido de Santiago Abascal el preferido en ambos grupos. Este dato es notable si se considera que en junio de 2019, apenas un 4% de los jóvenes se sentía cercano a VOX.
La evolución del voto joven (18-24 años) en los últimos 12 años muestra cambios sustanciales. El apoyo a partidos históricos como el PP ha disminuido drásticamente (del 37,5% en 2011 a solo el 8,4% en 2023). No obstante, el bloque de la derecha sobrevive gracias a la irrupción de VOX. En general, la distribución ideológica de la juventud muestra una tendencia hacia la consolidación de posiciones liberal-conservadoras, con una subida significativa y sostenida en la proporción de jóvenes que se identifican con posiciones de derecha (del 13% en 2002 al 33% en 2023).
La participación más allá del voto
Aunque los datos electorales pueden sugerir una «crisis participativa juvenil», la conclusión más robusta de los estudios es que la participación política juvenil no ha disminuido, sino que ha evolucionado hacia formas no convencionales. Los jóvenes presentan una mayor abstención que los adultos.
Esta reticencia a la participación convencional se debe a que la desafección no es hacia la política en sí, sino hacia sus medios convencionales. Los jóvenes manifiestan una importante desconfianza hacia las instituciones y la clase política. Buscan otras vías de acción política, como la participación en huelgas, manifestaciones, recogida de firmas o el asociacionismo. De hecho, los jóvenes son más propensos a protestar que los mayores. El movimiento 15M de 2011 fue un claro ejemplo de este cambio, donde la población joven fue protagonista de movimientos de protesta buscando cambios estructurales.
La brecha de género: ellos a la derecha, ellas a la izquierda
Uno de los cambios sociopolíticos más evidentes asociados a este giro es la brecha de género. Los datos reflejan una divergencia ideológica creciente entre hombres y mujeres jóvenes, un fenómeno que ha sido ampliamente cubierto por los medios.
Estudios específicos confirman esta brecha en el voto de derecha: en las elecciones europeas, el 24% de los varones jóvenes votó a VOX, frente a solo un 14% de mujeres. Sociólogos y politólogos vinculan esta tendencia con la influencia de las redes sociales y un sentimiento de agravio percibido: según el CIS, el 52% de los chicos de entre 16 y 24 años cree que ahora se discrimina más a los hombres.
El análisis del comportamiento electoral en 2023 confirma un patrón marcado: el voto de derechas es predominantemente masculino, mientras que el voto de izquierdas es mayoritariamente femenino. A pesar de que ambos géneros navegan por un complejo espectro político, los hombres jóvenes son más propensos a adoptar posiciones liberal-conservadoras.
Razones del voto a la derecha
El aumento del voto a la derecha no se debe a un factor único, sino a la interacción de elementos económicos, culturales y de profunda insatisfacción política.
- Rebeldía y castigo al establishment: una de las motivaciones clave es el descontento con el gobierno del PSOE y la «vieja política». Para algunos, votar a la derecha es una forma de castigar a la izquierda. El politólogo Javier Sánchez sugiere que la derecha, y en particular VOX, se ha convertido en el «nuevo ‘punk'» o el «candidato perfecto para ese voto rebelde» precisamente por no haber tenido la oportunidad de fracasar en el Gobierno, lo que les permite presentarse como una alternativa limpia. Jóvenes votantes expresan su hartazgo por el «desgobierno de Pedro Sánchez».
- Incertidumbre socioeconómica y cuestiones materiales: preocupaciones sobre la situación económica, el acceso a la vivienda y la inmigración ilegal son compartidas por los votantes de derecha. La juventud se enfrenta a la precariedad laboral y a las dificultades que retrasan la autonomía y la emancipación. Este contexto lleva a una percepción de que el gobierno no atiende a sus necesidades.
- Aversión al riesgo y búsqueda de cambio: el votante joven se caracteriza por una débil o inexistente aversión al riesgo, lo que lo impulsa a buscar innovación y cambio en el orden político. Tienden a perder la afinidad con el partido de gobierno a medida que avanza el ciclo político. Este comportamiento es la antítesis del patrón adulto, que tiende a ser más prudente y conservador, y a sumar apoyo al partido establecido.
- Factores socioculturales y actitudes liberal-conservadoras: el análisis estadístico de los factores que impulsan la identificación liberal-conservadora revela varias tendencias clave:
- Liberalismo económico y escepticismo ante la redistribución: existe un claro desacuerdo con la idea de que el gobierno deba reducir las diferencias de ingresos. Esto sugiere una priorización de la esfera personal y la responsabilidad individual, alineada con políticas de liberalismo económico. El escepticismo también se dirige hacia políticas de redistribución de ingresos, la inmigración y los problemas medioambientales.
- Actitud hacia la inmigración y la igualdad: la desaprobación hacia la llegada masiva de inmigrantes en condiciones irregulares y la desconfianza hacia las políticas de igualdad se alinean con la postura liberal-conservadora, especialmente en un contexto donde algunos jóvenes perciben narrativas de declive cultural.
Liberalismo y conservadurismo
Dado que la identidad política juvenil se está articulando en torno al espectro «liberal-conservador», resulta esencial clarificar los límites conceptuales de estas corrientes. Aunque son conceptos que suelen generar controversia y se encuentran superpuestos en ciertos aspectos, sus fundamentos teóricos difieren:
El liberalismo se define por reconocer la libertad individual como principio rector y fuerza propulsora del proceso social. Por naturaleza, el liberalismo está abierto a la innovación y al cambio que surja de las iniciativas individuales.
En este sentido, el liberalismo es considerado «conservador» en un sentido muy específico: la necesidad de conservar férreamente los derechos individuales básicos. Estos derechos son la piedra angular del proceso social y la base para ejercer la libertad y la innovación, e incluyen los derechos a la vida y a la propiedad. La confusión se agrava porque los socialistas se autodenominan «progresistas» (aunque se argumenta que su uso abusivo del idioma es, paradójicamente, un «regresionismo» por obstaculizar la innovación económica mediante regulaciones estatales). Por contraste, los liberales que defienden los derechos individuales son etiquetados como «conservadores». Los defensores de esta postura argumentan que se debe reivindicar con orgullo el calificativo de conservador si implica defender los derechos individuales que posibilitan la innovación.
En el contexto juvenil español, la identificación con el espectro liberal-conservador parece reflejar un temperamento de escepticismo pragmático, que combina elementos de liberalismo económico y político con actitudes tradicionalistas, mostrando a la vez una apertura hacia valores postmaterialistas, como la satisfacción personal.
¿Evolución o nuevo ciclo político?
España está inmersa en una transformación social y demográfica caracterizada por el envejecimiento poblacional. El número de jóvenes en edad de votar es menor, lo que amplifica el efecto de sus cambios de comportamiento.
Los patrones de comportamiento electoral y político de los jóvenes son claramente diferentes de los de los adultos. Mientras que los jóvenes buscan el cambio y la innovación, los adultos se aferran a un comportamiento más prudente y conservador, impulsados por una mayor aversión al riesgo y un «efecto experiencia» basado en el aprendizaje histórico.
La evidencia sugiere que, más que una crisis, estamos ante un cambio de ciclo en los comportamientos políticos. La juventud está rechazando los medios convencionales de participación y empujando a un panorama político donde las nuevas alternativas, especialmente las que se sitúan a la derecha, reciben un apoyo incontestable. Queda por ver si esta tendencia es coyuntural o si marca definitivamente una nueva era en la política española.
