Una brecha creciente entre lo aportado y lo recibido

La insostenible prodigalidad del sistema de pensiones español, donde los jubilados reciben un 72% más de lo cotizado

El invierno demográfico español y su sistema levantan más que dudas sobre la viabilidad futura del Sistema de Pensiones

La hucha de las pensiones españolas
La hucha de las pensiones españolas. PD

Esto revienta.

Y por varias razones, entre las que la más relevante es el Invierno Demográfico español y la más llamtiva y simple que se apota mucho menos de lo que se recibe.

En España, el debate acerca de la sostenibilidad del sistema público de pensiones vuelve a adquirir protagonismo en la agenda económica.

La razón es evidente: los jubilados actuales perciben, de media, un 72% más de lo que aportaron a lo largo de su vida laboral, según las estimaciones recientes de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).

Esta cifra no solo subraya la generosidad del sistema, sino que también plantea un desequilibrio estructural que se intensifica con el envejecimiento poblacional y el aumento en la esperanza de vida.

El Factor de Equidad Actuarial —que analiza la relación entre las cotizaciones y las prestaciones— muestra que, al examinar cada caso individualmente, un jubilado medio recibe beneficios significativamente mayores a sus aportaciones.

A pesar de considerar complementos como los mínimos o las ayudas por brecha de género, la pensión contributiva sigue siendo un 61% superior a lo cotizado.

La situación se torna aún más clara si se tienen en cuenta las cotizaciones de aquellos que no alcanzan a jubilarse —ya sea por fallecimiento prematuro o incapacidad— y se excluyen los complementos: aunque ahí la generosidad disminuye, se mantiene en un 25%.

En resumen, el sistema continúa devolviendo considerablemente más de lo que ingresa, una tendencia que, según los expertos, no resulta sostenible a largo plazo.

Un gasto que crece más que los ingresos

El déficit contributivo es una realidad innegable. Las cotizaciones sociales ya no son suficientes para cubrir el total del gasto en pensiones; por ello, el Estado debe recurrir a transferencias y deuda para equilibrar la balanza. Este desajuste se agudiza cada año: el gasto en pensiones aumenta alrededor del 4% anual en términos reales, mientras que los ingresos crecen a un ritmo mucho más lento.

  • En 2023, la tasa de generosidad —que compara la pensión media con el salario medio— alcanzó el 65,6%.
  • Se anticipa que alcanzará su punto máximo en 2029 con un 67,1%, antes de iniciar una caída gradual que podría llevarla al 56,7% en 2050 y al 53,7% en 2070.

Este descenso previsto no implica necesariamente que el sistema vaya a ser autosuficiente; más bien refleja la presión que ejercerán las futuras generaciones de jubilados, especialmente aquellos nacidos durante el baby boom, así como la necesidad urgente de adaptar el sistema a las realidades demográficas y económicas actuales.

Comparativa internacional y retos de equidad

El caso español es singular dentro del contexto europeo. El sistema nacional presenta una de las tasas de sustitución más elevadas en toda la UE: el pensionista medio recibe el 77% de su último salario, frente al 45-50% promedio entre los países comunitarios. Este nivel tan alto de protección social tiene un coste significativo y complica la creación de sistemas complementarios privados, tan comunes en otras naciones europeas.

Además, el diseño actual plantea problemas serios en términos de equidad:

  • Penaliza a quienes han tenido carreras laborales largas frente a aquellos con trayectorias más cortas o irregulares.
  • No ajusta explícitamente las pensiones a la esperanza de vida, lo cual genera diferencias notables entre personas con aportaciones similares.

La solución propuesta por muchos especialistas apunta hacia un modelo de cuentas nocionales, ya implementado en países como Suecia e Italia. Este esquema vincula directamente las prestaciones con las aportaciones individuales y con la esperanza de vida, mejorando tanto la transparencia como la sostenibilidad del sistema.

Reformas recientes: avances y límites

Las reformas pensionarias llevadas a cabo en 2021 y 2023 tenían como objetivo reforzar los ingresos del sistema y endurecer las condiciones para acceder a una jubilación anticipada. También buscaban incentivar una prolongación en la vida laboral. Sin embargo, pese a estas medidas, la generosidad del sistema ha crecido: actualmente, por cada euro cotizado, el pensionista medio recibe 1,62 euros; en comparación con los 1,55 euros registrados en 2020.

  • Las reformas han logrado frenar parcialmente el descenso en la tasa de generosidad; sin embargo, aún no logran alcanzar un equilibrio actuarial: sigue existiendo un retorno mayor al ingreso.
  • La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima que incluso tras estas reformas, el gasto en pensiones podría superar el 18% del PIB para el año 2050.

El coste de la inacción y la presión sobre otros servicios públicos

La falta de ajustes significativos podría poner no solo en jaque la sostenibilidad del sistema pensionario sino también afectar gravemente el margen fiscal necesario para financiar otros servicios esenciales como sanidad o transporte. El riesgo radica en que el creciente peso del gasto en pensiones termine absorbiendo recursos públicos vitales para otras políticas sociales e inversiones.

Algunos economistas advierten sobre los peligros asociados a depender exclusivamente del Estado para realizar transferencias; consideran esto como un «cheque en blanco» capaz de limitar severamente otras prioridades nacionales.

¿Hacia dónde vamos? Propuestas sobre la mesa

La mayoría de expertos coinciden en que para asegurar un futuro viable para las pensiones será crucial:

  • Ajustar la edad legal para jubilarse conforme a la esperanza media de vida.
  • Mejorar la relación entre cotizaciones y prestaciones.
  • Fomentar tanto el ahorro privado complementario como los planes empresariales.
  • Incorporar mecanismos automáticos para ajustes similares a los sistemas ya existentes en otros países europeos.

Mientras tanto, tanto la presión demográfica como la generosidad inherente al sistema continuarán siendo temas candentes dentro del debate público y político en España. Encontrar ese equilibrio entre ofrecer protección social adecuada a los jubilados y mantener una viabilidad financiera sólida será clave para evitar trasladar este problema hacia las generaciones venideras.

La sostenibilidad del sistema pensionario ha dejado atrás su carácter meramente técnico; hoy se erige como una cuestión central para garantizar tanto el bienestar como la estabilidad social durante las próximas décadas.