Francia se encuentra hoy, jueves, sumida en una profunda y triple crisis —política, económica e institucional—, que ha provocado una parálisis gubernamental sin precedentes y ha disparado las alarmas en Bruselas y los mercados financieros. La renuncia de Sébastien Lecornu como primer ministro, ocurrida el pasado lunes, marcó un récord de brevedad para un Ejecutivo desde 1924. Aunque Lecornu dio por finalizada su misión de negociación con los partidos políticos en la noche de ayer, miércoles, el presidente Emmanuel Macron ha anunciado que nombrará a un nuevo jefe de Gobierno en las próximas 48 horas.
La búsqueda urgente de un nuevo líder se produce en medio de advertencias extremas sobre el riesgo que la inestabilidad francesa supone para la matriz financiera de Europa. La incapacidad para ejecutar las medidas de consolidación fiscal esenciales amenaza con la «destrucción nacional, con graves repercusiones para toda la zona euro», según reportó el Financial Times, haciéndose eco de la agencia Fitch.
La dimisión de Sébastien Lecornu se produjo menos de un mes después de su nombramiento y apenas 14 horas después de haber compuesto su Gobierno. Lecornu, que fue ministro de Defensa (2022-septiembre), tomó esta decisión ante la seria amenaza de una moción de censura exitosa y las fuertes tensiones con sus socios, particularmente con la derecha tradicional de Los Republicanos (LR). El detonante final de esta última crisis fue el anuncio de un Gobierno continuista, que no gustó a las oposiciones ni a los socios minoritarios. La dirección de LR criticó la vuelta de Bruno Le Maire al Ministerio de Defensa, temiendo que un futuro gobierno cambiara de rumbo o prolongara la fiscalidad inestable. La dimisión de Lecornu acentúa la debilidad de Macron, quien ha perdido hasta cinco responsables del Ejecutivo desde mayo de 2022.
La figura de Macron ha quedado más debilitada que nunca. Un 73% de los franceses pide la dimisión del presidente, según un estudio del instituto Harris. Críticos dentro de su propia esfera, como el ex primer ministro Gabriel Attal, han afirmado no entender las decisiones del presidente, acusándolo de querer acaparar el poder tras unas elecciones anticipadas que dejaron al Parlamento casi ingobernable. El primer ministro saliente, Lecornu, ha manifestado que confía en que se pueda nombrar un nuevo jefe de Gobierno antes del fin de semana. Macron tomó la decisión de nombrar a un sucesor tras revisar las conclusiones de Lecornu, entre las que se destaca que la mayoría de los diputados se opone a la disolución de la Asamblea y que existe una posible vía para la aprobación de un presupuesto antes de fin de año.
El abismo fiscal francés
La parálisis política llega en un momento fiscal extraordinariamente delicado. Francia se encuentra bajo un procedimiento de déficit excesivo por parte de la Comisión Europea. Los déficits estatales y la deuda pública han instalado a Francia en el «pelotón de los torpes» de la zona euro. La falta de avances en la consolidación fiscal amenaza con dejar el déficit rondando el 5% del PIB en 2026, con una deuda pública que superaría el 116% del PIB, según estimaciones de ING.
Un riesgo institucional clave es que Francia podría entrar en el nuevo año sin un presupuesto aprobado para 2026. En este escenario, el Gobierno funcionaría con una prórroga automática del presupuesto de 2025, lo que limitaría seriamente tanto las iniciativas de reforma como el nuevo gasto.
Los analistas ven dos escenarios principales para salir de la parálisis, según el BBVA: el nombramiento de un nuevo primer ministro o la convocatoria de elecciones anticipadas. Ambos caminos conllevan riesgos significativos: un nuevo jefe de Gobierno podría tener dificultades para asegurar una mayoría parlamentaria, mientras que las elecciones anticipadas podrían profundizar la fragmentación y retrasar las decisiones fiscales cruciales.
Coste económico directo: 8.000 millones de euros perdidos
La incertidumbre política está teniendo costes económicos concretos y visibles. Varios economistas, incluidos los de BNP Paribas, estiman que la crisis ya le ha costado a Francia cerca de 0,3 puntos de crecimiento en 2025. Esto representa una pérdida de más de 8.000 millones de euros de riqueza nacional, haciendo que la economía, que podría haber crecido un 1% este año, se conforme con un 0,7%. Goldman Sachs también espera que la incertidumbre se traduzca en un crecimiento ligeramente más débil, estimando que el crecimiento del PIB podría ralentizarse en torno a 0,2 puntos porcentuales.
La razón fundamental de esta desaceleración es el miedo al futuro, que actúa como un «freno colectivo»:
- Hogares preocupados: los franceses, que temen una subida de impuestos o una reducción de las ayudas públicas, han optado por ahorrar más. La tasa de ahorro, que antes del Covid rondaba el 15%, roza el 19% en 2025, una de las más altas de Europa. Dado que el consumo representa la mitad del PIB francés, su desaceleración estanca toda la economía.
- Empresas cautelosas: la incertidumbre y la fiscalidad inestable han provocado que las empresas aplacen sus inversiones. Las inversiones han caído un 1,5% desde la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024, ya que los empresarios temen que cualquier futuro gobierno cambie de rumbo.
A pesar de la tensión, la economía francesa muestra cierta resistencia. Francia sigue siendo el país más atractivo de Europa para las inversiones extranjeras, según el barómetro EY 2025, y la tasa de empleo ha alcanzado un récord del 69,6%. Sin embargo, para recuperar el crecimiento, los actores económicos exigen la aprobación de un presupuesto y el establecimiento de orientaciones claras.
El contagio a la eurozona
La crisis política en curso ha disparado las alarmas económicas entre los miembros de la zona euro más próximos a Francia, incluyendo a España, Alemania e Italia. La caída de la confianza de los inversores se debe al temor de que el Estado francés no pueda reembolsar sus deudas. Esta pérdida de confianza provoca dos consecuencias inmediatas: la elevación del tipo de interés (el precio del dinero) y, consecuentemente, el incremento del costo de la vida diaria, que afecta incluso a los vecinos de Francia, dado que muchos inversores son alemanes y españoles.
El mercado de deuda ha reaccionado contundentemente al bloqueo institucional:
- Diferencial OAT-Bund: los rendimientos de la deuda pública francesa a 10 años (OAT) se negocian alrededor de 86 puntos básicos por encima de sus equivalentes alemanes (Bund). Este diferencial, que se vio por última vez durante el colapso del Gobierno de Barnier a finales de 2024, sitúa los niveles a la par con los registrados en julio de 2012, durante las últimas etapas de la crisis de deuda de la eurozona.
- Riesgo país: según Goldman Sachs, Francia ha experimentado el mayor aumento del riesgo país entre los principales mercados desde las elecciones del año pasado.
- Proyecciones de riesgo: si la especulación sobre un final anticipado de la presidencia de Macron cobra impulso, el diferencial OAT-Bund podría superar con creces el umbral de los 90 puntos básicos.
La vulnerabilidad del euro y el papel del BCE
La agitación política en Francia ha provocado que el euro muestre ya signos de debilidad. Los analistas del BBVA consideran que la posibilidad de elecciones anticipadas es el «escenario más perjudicial para el euro a corto y medio plazo», ya que los acontecimientos políticos y fiscales podrían frenar el apetito de los inversores por la divisa.
Los mercados están centrando su atención en el Banco Central Europeo (BCE) ante la posibilidad de que se vea obligado a intervenir para contener los crecientes riesgos en el mercado de bonos francés y evitar que se extiendan por toda la zona euro. El BCE dispone del Instrumento de Protección de la Transmisión (TPI), diseñado para comprar bonos de países que enfrentan tensiones injustificadas.
Aunque Francia puede no cumplir estrictamente los criterios fiscales y de reforma necesarios para la activación del TPI, los analistas de ING señalan que el BCE tiene discrecionalidad para desplegar esta herramienta. La conclusión es que, si el mercado de bonos francés se vuelve demasiado volátil, el BCE podría verse forzado a actuar, dado que «Francia es demasiado grande y relevante como para no hacer nada». El bloqueo político está alimentando la incertidumbre económica y aumenta la presión sobre la estabilidad de los mercados y el cumplimiento de las normas fiscales de la UE.
