China podría enfrentarse a desafíos complicados a corto plazo, de acuerdo a las estimaciones del Banco Mundial.
La organización ha ajustado a la baja sus proyecciones de crecimiento para China en los próximos dos años, anticipando una desaceleración en la expansión económica del gigante asiático. Según las últimas estimaciones del Banco Mundial, se espera que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de China se sitúe en el 4,5% en 2024 y en el 4,3% en 2025, marcando un descenso respecto al 5,2% registrado en 2023.
A pesar de esta desaceleración, las nuevas proyecciones representan una revisión al alza de una décima con respecto a las previsiones anteriores, lo que sugiere cierto optimismo en torno a la economía china. Sin embargo, el Banco Mundial advierte que China enfrenta desafíos significativos en su transición hacia un modelo de crecimiento más equilibrado.
El análisis del Banco Mundial destaca que, después de un fuerte repunte en la primera mitad de 2023 debido a la reapertura económica tras la pandemia de COVID-19, el impulso del crecimiento en China se ha ralentizado. Se señala que las presiones deflacionarias, la disminución de la capacidad utilizada y la situación del mercado laboral indican que la demanda agregada está por debajo de la oferta agregada.
Uno de los principales desafíos identificados es la alta tasa de ahorro y el bajo consumo interno en China. Para estimular la demanda agregada, se sugiere la implementación de reformas que reduzcan el ahorro precautorio, fortalezcan la protección social y las pensiones, y promuevan una tributación más progresiva.
Además, se destaca la importancia de un entorno normativo transparente y predecible, así como un trato igualitario para todas las empresas, independientemente de su propiedad. Esto, junto con reformas que fomenten la inversión privada y permitan que las fuerzas del mercado jueguen un papel más importante en la asignación de capital, podría ayudar a abordar los desequilibrios estructurales en la demanda agregada.
El Banco Mundial también señala que el crecimiento en la región de Asia Oriental y el Pacífico, excluyendo a China, se moderará en los próximos años. Se espera que la mayoría de las economías en desarrollo en esta región experimenten un crecimiento más lento que antes de la pandemia, aunque seguirán contribuyendo significativamente al crecimiento económico mundial.