En marzo, el Índice de Precios de Consumo (IPC) experimentó un alza significativa, alcanzando el 3,2% interanual, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este incremento de la inflación, cuatro décimas mayor que en febrero, se debe principalmente al aumento en los precios de la electricidad y las gasolinas. Por contra, la inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y productos energéticos, mostró una moderación de dos décimas, situándose en el 3,3%, su nivel más bajo desde febrero de 2022.
La diferencia entre el IPC general y la inflación subyacente es mínima, de apenas una décima, marcando un retorno del IPC a niveles por encima del 3%, que había abandonado el mes anterior. Esta cercanía no se veía desde enero, cuando el IPC general estuvo dos décimas por debajo. La última vez que estuvieron tan cercanos fue en noviembre de 2022, justo antes de que la inflación subyacente superara al IPC general.
El aumento en el IPC general se atribuye principalmente al encarecimiento de la electricidad y las gasolinas. En marzo, el Gobierno revirtió la reducción del IVA del 10% al 21% en la electricidad, vigente desde junio de 2021. A pesar de que los alimentos siguen aumentando, lo hacen a un ritmo menor que hace un año.
A nivel mensual, el IPC registró un incremento del 0,8% respecto a febrero, marcando su tercer aumento consecutivo y el más pronunciado desde febrero de 2023, cuando aumentó un 0,9%.
El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), utilizado por Bruselas para sus estadísticas comunitarias, también aumentó tres décimas, alcanzando el 3,2%, igualando el nivel del IPC general. Este repunte refleja las presiones inflacionarias en toda la economía, particularmente en sectores como la energía y el transporte.