La economía española se desempeñó levemente mejor de lo esperado por el Gobierno de Pedro Sánchez, al crecer el PIB un 2,5% en 2023, una décima más que las proyecciones, de acuerdo a los datos de Contabilidad Nacional publicado este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El dato viene empujado por el repunte trimestral del 0,6%, dos décimas más que el lapso anterior, de acuerdo al registro.
Si bien con este resultado la economía española marca su tercer año creciendo de forma consecutiva, el de 2023 es la cifra más baja y palidece ante las cifras de 2021, un 6,4%, y 2022, un 5,8%. Estos tres años de crecimiento se han producido luego del desplome histórico del PIB del 11,2% causado por la pandemia de coronavirus.
La mejora se debe a la aceleración de la actividad en el final del año y a una revisión al alza del PIB del segundo y tercer trimestre. En términos intertrimestrales, la economía española aceleró en el último cuarto del año al aumentar un 0,6%, dos décimas más que en el trimestre anterior. De este porcentaje, solo una décima fue aportada por la demanda externa mientras que la demanda nacional aportó 0,5 puntos.
Respecto a la tasa interanual, el PIB del cuarto trimestre de 2023 aumentó un 2%, una subida de una décima más que en el trimestre precedente cuando se registró un 1,9%, empujado por el aumento de la demanda interna. Por contra, el sector exterior no ofreció ninguna contribución.
La demanda nacional cayó un 1,2 puntos respecto a 2022, al aportar un 1,7 puntos al crecimiento del PIB en el año. Por contra, la demanda externa solo creció en ocho décimas, en 2,8 puntos menos que el ejercicio anterior.
Por su parte, el PIB de los precios corrientes subió un 8,6% más respecto al 2022, al ubicarse en 1.462.070 millones de euros.
El economista Juan Ramón Rallo considera que el crecimiento del PIB es un dato positivo dado el contexto global. También destaca el papel del consumo público y privado para sostener la tendencia de crecimiento, al tiempo que resalta el papel del consumo público.
Sin embargo, advierte del peligro que representa la parálisis de la inversión privada, que en caso de que se mantenga, podría lastrar la capacidad de crecimiento futuro, al tiempo que considera que es un reflejo de las expectativas empresariales temerosas.