Bruselas se sincera y advierte que vendrán escenarios económicos muy difíciles. En concreto, la UE va de cabeza hacia la estanflación.
Las previsiones de la Comisión Europea apuntan a que los países del euro cerrarán el año con una expansión el Producto Interior Bruto (PIB) del 0,8% y unos niveles de inflación del 5,6%.
Tales cifras arrojan una rebaja de las perspectivas económicas de la eurozona en comparación con el crecimiento del 1,1% previsto en las proyecciones de primavera del Ejecutivo comunitario del pasado mayo, aunque se mantienen los niveles de inflación.
Tal retroceso no hace más que responder a la contracción prevista de la economía alemana. Y es que la Comisión Europea espera que el motor económico de la UE experimente un recorte del PIB del 0,4% este año mientras la inflación cierra el ejercicio en el 6,4%.
La dinámica similar se reproduce en lo que respecta a los veintisiete países de la UE, para los que Bruselas estima un crecimiento del 0,8% y una inflación del 6,5% para cierre del presente ejercicio. Aunque lo cierto es que el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha descartado en declaraciones a Bloomberg hablar de estanflación. «Es demasiado pronto para decir que estamos en un marco de estanflación», ha señalado, «nuestra estimación es que probablemente habrá un rebote ya el próximo año».
Lo que sí se atrevió a apuntar el italiano, ya en rueda de prensa, es que el crecimiento es más «débil». Que la caída de la producción industrial propiciada por una fuerte contracción de la producción de bienes de consumo y una demanda insuficiente han contribuido a tal deriva. Y que el crecimiento en el segundo trimestre del año ha sido más fuerte en las economías avanzadas que en otras economías emergentes como la china.

BCE
¿Qué pasa con Alemania?
La deriva del PIB alemán no es tan optimista como en del resto de países. Bruselas proyecta que la mayor economía del euro registrará un retroceso del 0,4% este año, seis décimas menos de lo que estimaba en su previsiones económicas de primavera, para luego crecer un 1,1% en 2024, lo que suponen tres décimas menos que en los cálculos anteriores.
La economía alemana atraviesa ciertas turbulencias, lo que se traducirá en un retroceso del PIB por retos estructurales como los altos precios de la energía o el impacto que la guerra de Ucrania ha tenido en su economía dada su alta dependencia del suministro de combustibles fósiles de Moscú. Pero a ello se suma una caída del consumo de los hogares así como de las exportaciones.
No obstante, el comisario de Economía considera que «el consumo doméstico, la demanda interna y el poder adquisitivo de los ciudadanos podría mejorar en los próximos meses y llevar a Alemania de nuevo a la trayectoria del crecimiento». A pesar de las perspectivas negativas, se espera que un alza de los salarios conduzca a una recuperación moderada en el tercer y cuarto trimestre del año en Alemania. «Es una economía fuerte con herramientas y posibilidades de recuperarse», afirmó el italiano.